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Autolesiones: ¿causa o síntoma? (+ Fotos)

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La Habana (Prensa Latina) La cubana Camila* tenía 10 años la primera vez que se cortó a propósito, una conducta conocida como autolesión y cuya aparición constituye preocupación para las autoridades médicas, en tanto señal de alarma de posibles acciones más peligrosas.

Por Claudia Samón

Estudiante de Periodismo

Su historia, sin embargo, pudiera no ser un caso tan aislado. Una encuesta realizada en Facebook y en grupos cubanos de Telegram y WhatsApp durante octubre del pasado año, arrojó que de una muestra de 193 personas entre los 14 y 68 años, 69 (35,8 por ciento) se autolesionan o lo han hecho alguna vez.

La doctora Alina Leyva Castell, psiquiatra del Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez, de esta capital, señaló que “los casos de daños autoinfligidos suelen ser de púberes entre 12 y 15 años, no he atendido a alguno menor de 10”.

“Estos pacientes presentan dificultades para lidiar con emociones fuertes; rabia, ira, agresividad, euforia o alegría pueden detonar las autolesiones. Tienen carácter impulsivo y, generalmente, presentan un cuadro depresivo”, continuó la experta.

¿POR QUÉ LO HACEN?

El día que Camila se autolesionó por primera vez, sus compañeras de aula le habían hecho una broma muy cruel. Durante su espiral de rabia y tristeza le vino a la mente, por una razón que aún hoy desconoce, el bisturí de sacar punta al lápiz. Con él descargó en sus hombros todo lo que sentía.

Aunque se juró no volver a hacerlo, otro día en la escuela le bastó para volver a buscar refugio en una cuchilla. No tardó en preferir lidiar con el dolor físico que el emocional.

Huir del malestar emocional es una de las principales razones que alegan los pacientes del doctor Iván Marrero, psiquiatra también del Juan Manuel Márquez, a la hora de justificar estas acciones.

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“Durante la consulta señalan que con las lesiones persiguen una sensación de libertad, apagar el sufrimiento emocional, calmar el dolor y autocastigarse”, apuntó el médico.

A su vez, explicó que los daños autoinfligidos suelen relacionarse con rasgos anómalos de la personalidad, problemas familiares y de pareja, depresión, maltrato infantil y abuso sexual.

En su opinión, aun si rara vez admiten tener instintos que los impulsen a ello, los autores de tales conductas son más propensos a ser parte de las cifras de fallecidos que situaron al suicidio entre las 10 primeras causas de muerte en Cuba durante 2022, dato que informó el ministro cubano de Salud Pública, José Ángel Portal, en el reciente balance anual de esa cartera.

La historia de Camila lo corrobora: “Las primeras veces que me corté no quería matarme, solo detener esa tristeza que no me abandonaba, pero con los años no me bastaba con ese dolor y llegué a atentar contra mi vida cuatro veces”.

No obstante, los encuestados que reconocieron autolesionarse no admiten tener instintos suicidas. En sus respuestas manifestaron como razones principales la rabia, la angustia y la reducción del malestar emocional.

El doctor Marrero también alertó sobre la influencia de las redes sociales, pues ha tenido casos donde los jóvenes formaban parte de grupos de WhatsApp en los que promueven estas acciones y explican las maneras de cortarse y quemarse.

“Retan a los miembros a subir fotos de sus cicatrices y vídeos mientras se cortan la piel. Los padres y tutores deben supervisar que los menores no se unan a estas comunidades donde ven las autolesiones como una moda”, especificó el médico.

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¿UNA CONDUCTA ACTUAL?

Ejemplos de autoagresiones existen desde hace siglos, incluso aceptadas dentro de distintas prácticas religiosas.

Entre ellas la autoflagelación ganó notoriedad, con un periodo de auge en el siglo XVI, principalmente en los monasterios, pues el catolicismo la utilizaba como una manera de templar el espíritu, ofrendar el dolor a Dios y castigar los pecados. Debía ser por voluntad propia y no solo por un reglamento.

Actualmente perviven algunas de estas conductas entre determinados grupos, pero no son alentadas ni respaldas como entonces.

Tampoco tienen nada que ver con las expresiones del fenómeno en personas como Natalia*, quien tenía 12 años cuando cortó su brazo por primera vez.

“No estaba deprimida ni tenía problemas personales”, confesó esta muchacha para la cual parece fue escrita la frase del escritor inglés C. S. Lewis: “El dolor físico está lleno de un dramatismo que engancha”.

“Pasé cuatro años haciéndome arañazos y cortes superficiales, casi siempre en áreas ocultas por la ropa. Aún me quedan siete cicatrices de esa época. La última fue en el muslo, estaba aburrida, y me pareció una buena forma de pasar el tiempo. Eso me hizo darme cuenta que tenía una adicción”, recordó.

El psicólogo y terapeuta del Centro de Salud Mental de La Habana Vieja, Pedro Mongeotti, explicó que autolastimarse puede convertirse en algo compulsivo, con bastantes similitudes a la drogadicción.

“Es necesario que los pacientes asistan a consulta para hacer un adecuado diagnóstico. Las autolesiones no son la causa, sino el síntoma”, aclaró.

¿Y SI LOS PADRES NO VEN LA NECESIDAD DE UN MÉDICO?

Tanto Camila como Natalia pidieron ayuda para lidiar con sus problemas. En el segundo caso, sus padres, tras notar que tenía una adicción, la llevaron al psiquiatra. Camila no tuvo la misma suerte, para su mamá ella solo trataba de llamar la atención y era algo que debía resolver por sí misma.

“A veces los tutores no le dan la suficiente importancia a una cortada. Creen en el mito: si no es en grande, no es en serio, e ignoran las señales de alarma. Sin tratamiento estas acciones pueden agravarse y terminar en violaciones de las leyes, trastornos de la personalidad o suicidio”, aclaró la doctora Leyva Castell.

Para Marrero, autolastimarse es “la punta del iceberg, debajo hay problemas mayores: abuso, depresión, bullying. Es un llamado de ayuda y debe tomarse como tal. Ante cualquier sospecha de que un niño se dañe, lo ideal es ir a la atención primaria de salud”.

MÁS ALLÁ DE LA EDAD Con 45 años, en medio de una pandemia y la inflación económica, Roberto* se quedó sin trabajo. Con el salario más alto de la casa, su familia dependía de él.

Tuvo un arranque de ira y comenzó a golpear la pared hasta sangrar. Después se convirtió en costumbre castigarse así o poner su mano sobre una hornilla encendida.

Su caso sí es excepcional, según la doctora Adelaida Alfonso Ramos, psiquiatra del Hospital Militar Carlos Juan Finlay, quien consideró poco frecuente la aparición de estas afectaciones durante la adultez: “Cuando pasa, suelen ser pacientes femeninas en la tercera década de vida.

“En esta etapa, generalmente responde a conflictos en las relaciones afectivas o en el ámbito laboral. Predominan las emociones negativas, una elevada autocrítica y dificultades en la comunicación y manejo de la ira. También puede ser la manifestación de una enfermedad mental como los trastornos de la personalidad límite e histriónico”.

Aunque la afectación sobre la vida diaria es mínima, para Alfonso Ramos casos como el de Roberto son más propensos al suicidio, ya que tienen un mayor nivel de madurez y las autolesiones sin fines mortales son típicas de la adolescencia.

A los familiares aconseja actuar con serenidad: “Lo primero es buscar ayuda profesional para comprender la situación y convencer al afectado de asistir al médico. Una vez en consulta, se buscará persuadir al paciente de encontrar la manera de lidiar con sus conflictos, sin llegar al daño físico”.

arb/cs

*Los nombres fueron cambiados a petición de las fuentes.

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