Prensa Latina conversó en exclusiva con Ana Iris Blanco, de la secretaría ejecutiva de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la auspiciadora del evento.
Blanco significó que el relevante bolerista cubano Mundito González cumple 60 años de vida artística, por lo cual dentro de las presentaciones se prevé un homenaje a su trayectoria.
Otras actividades destacarán los 50 y 60 años de carrera de reconocidas voces del género como María Elena Pena, Emilia Morales y Maureen Iznaga, así como de la pianista y compositora Alina Torres.
La directiva de la Uneac y una de las cantantes que también subirá a escena, adelantó que se presentarán ante el público intérpretes de amplia y reconocida trayectoria en el pentagrama cubano como Héctor Téllez, Raquel Hernández, Yaima Sáez, Freddy Vera, Ernesto Roel y “la musicalísima” Beatriz Márquez, entre otros.
DEDICATORIAS Y GALAS
También precisó que esta edición retomará su carácter internacional con la participación de artistas invitados de Colombia, México, España, Puerto Rico, Venezuela y Argentina.
Las galas y presentaciones están previstas para el Teatro Nacional de Cuba, cuya Sala Covarrubias fungirá como sede principal, y en el Teatro América, donde hay programados cuatro espectáculos.
Además, está la Casa del Alba Cultural de La Habana, con presentaciones en el nivel comunitario y el espacio Hurón Azul, en la sede de la Uneac que, para la ocasión, prepara una tarde-noche de boleros.
Blanco resaltó que el festival estará dedicado al primer bolero, Tristeza, compuesto en 1883 por el santiaguero José «Pepe» Sánchez.
Asimismo al aniversario 130 de Eusebio Delfín y el 110 de la cantante Esther Borja, y los centenarios respectivos de la vedette de Cuba, Rosita Fornés (1923-2020), y del dominicano Alberto Beltrán (1923-1997), conocido como “El negrito del Batey”.
Además, rendirá tributo a los cantantes cubanos Elena Burke (1928-2002) y Pacho Alonso (1928-1982), en los aniversarios 95 de sus nacimientos, y de igual manera, evocará la trayectoria del cantautor Pablo Milanés, quien cumpliría 80 años.
Como evento teórico se desarrollará el Coloquio Boleros de Oro, en la sala Villena de la Uneac, presidido por Alicia Valdés, autora del Diccionario de mujeres notables en la música cubana.
Allí abordarán todo el trabajo investigativo acerca de las dedicatorias del evento y la evolución del bolero como género, acotó Blanco.
SOBRE EL FESTIVAL
Fundado en 1987, el Festival Boleros de Oro cuenta con el auspicio de la Asociación de Músicos de la Uneac y su director fundador es el maestro José Loyola.
En el nivel internacional, esta cita es reconocida como la mayor fiesta del bolero en Latinoamérica, donde es muy popular y reverenciado como el más romántico de los géneros de la cancionística continental, siempre presente en el corazón de quienes disfrutan sus letras y melodías.
Cada dos años se reúnen en la capital cubana a cantantes, investigadores, compositores, artistas y especialistas para mantener en la palestra al bolero y recordar a exponentes y canciones que sobresalieron en el panorama musical.
Recientemente en Cuba el bolero fue declarado Patrimonio Cultural de la nación.
Según adelantaron los organizadores del festival, un expediente se encuentra en etapa de preparación, de conjunto con México, para que el género sea reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
ACERCAMIENTO AL BOLERO
Haciendo historia, el bolero surge en el tercio final del siglo XIX, entre los representantes de la trova tradicional de la oriental provincia Santiago de Cuba.
Uno de los hijos de esa ciudad, Pepe Sánchez, se considera entre sus más tempranos cultores y un pionero de la definición de los caracteres estilísticos de un género que muy pronto se dispersó por todo el país y se catapultó a toda América.
En la década de 1950, el bolero alcanzó su apogeo mayor en México. No obstante, su relación con la música española del siglo XVII es lejana y la base musical la componían dos guitarras y un requinto para las melodías.
A esto se sumaban dos voces que realizaban las armonías, y tal como asegura el musicólogo Helio Orovio en su Diccionario de la música cubana, el bolero constituye la primera gran síntesis vocal de la música del país, que al traspasar fronteras registra permanencia universal.
Es también una suerte de fusión de factores hispanos y afrocubanos, presentes en la línea acompañante de la guitarra y la melodía.
Como parte de su evolución, este género cubano fue alcanzando su grandeza cuando los compositores fueron musicalizando versos de poetas conocidos. Diversas variantes como el bolero-moruno, bolero-mambo y bolero-beguine, dieron éxito a sus cultores.
A pesar de todas sus modificaciones a lo largo de los años, el bolero se reconoce fácilmente por el público pues el contenido de sus letras ha tratado siempre sobre amores imposibles o inútiles.
En Cuba suele llamarse bolero sangriento a aquellas historias narradas en las que la muerte por desamor, el crimen apasionado o el suicidio son capaces de arrancar lágrimas a los oyentes.
Tal magnetismo, a pesar del paso de los años y el surgimiento de otros géneros, ha logrado que el bolero siga siendo favorito en fiestas, centros nocturnos y más íntimamente, en descargas románticas que suscitan todo tipo de emociones en las parejas de enamorados.
*Reportera de la redacción Cultural de Prensa Latina
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