Longa (1912-2000) creó piezas escultóricas caracterizadas por por su elegancia sinuosa, la fluidez de sus formas y los movimientos de suaves ritmos.
Por toda Cuba sus obras adornan plazas, parques, templos religiosos, residencias, teatros, centros recreativos y fachadas de emblemáticos edificios, y otros más comunes.
Varias de sus esculturas se han convertido en íconos de cubanía.
Las manos de Rita Longa crearon piezas eternas como: «Grupo familiar» (1947), «Los venados» (del Zoológico de 26); la «Virgen del Camino» (1948); la «Ballerina» (1950) del Cabaret Tropicana y los bustos de «Hatuey» (1955) en las cervecerías de igual nombre en La Habana, y también en la oriental ciudad de Baracoa.
El conjunto la «Aldea Taína» (1964), está en la Ciénaga de Zapata, en la occidental provincia de Matanzas; la «Fuente de Las Antillas» (1977) en la oriental Las Tunas, y el «Gallo de Morón» (1982) en Ciego de Ávila, al centro de Cuba, dónde devino símbolo de esa urbe.
También se puede citar Resplandor (1988), ubicado en el complejo sanatorial de Topes de Collantes, en Sancti Spíritus, y la Fuente de Guanaroca (1988), en Punta Gorda, Cienfuegos, ambas en el centro del país.
La excelencia de la obra de Rita Longa la hizo merecedora de numerosos reconocimientos tanto en Cuba como a nivel mundial.
Además realizó exposiciones personales en naciones como Chile, Vietnam, Guinea Ecuatorial, Francia y los países de la antigua Unión Soviética.
Asimismo en Europa emplazó su obra Gema, en el Parque de la Amistad de Belgrado; Monumento a Martí, en La Coruña, España, y Figura no trunca, en la residencia Álvarez Tabío, en San Juan, Puerto Rico.
Desde joven Rita Longa definió su vocación orientada a esta rama del arte, y en consecuencia se dedicó a pulir sus capacidades artísticas.
Las expresiones de esta artista cubana de la plástica, por medio de la escultura en mármol, bronce y madera, la convirtieron en una de las figuras más emblemáticas del siglo XX.
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