Sobre este y otros retos, de los desafíos enfrentados conversó Prensa Latina con el jeque Manssour Bin Mussallam, secretario general de la OCE, quien recordó que al fundarse la organización el 29 de enero de 2020 en Djibouti era un momento de celebración y orgullo no solo para los que lucharon por su creación, sino también para los estados miembros.
Mussallam precisó que en ese momento el poder articular una nueva herramienta multilateral fue considerado el logro más grande, pero a las pocas semanas se percataron de que el mundo conocido había desaparecido con la llegada de la Covid-19.
“Y ese fue por supuesto un gran desafío para la organización como colectivo, no solo porque los estados tenían que enfrentar esa crisis sanitaria, sino que también legítimamente sus prioridades se volvieron otras. Prioridades de salvar vidas, más que ratificar un instrumento o una carta constitutiva”, expresó.
Pero, aun así, agregó, los estados demostraron su compromiso con la visión de esa organización asegurándose de que en el medio de una pandemia esa carta constitutiva entró en vigor en menos de un año y cuatro meses.
El gran desafío fue reunir a la asamblea en medio de la ola de la variante Ómicron del virus SARS-Cov-2, causante de la Covid-19. La organización nació y se formó en un momento de gran incertidumbre para los estados miembros y para la secretaria, pero para el mundo también, reconoció.
Más cercano al presente y con el establecimiento el mes pasado de la sede de la OCE en Addis Abeba, a su juicio capital de África que se ha vuelto capital de la integración de nuestros países del Sur con nuestra presencia, se imponen nuevos retos.
“Creo que el mayor desafío que vamos a enfrentar ya no es el involucramiento de los estados miembros, porque en realidad la visión de los estados miembros se confirmó y ratificó con la llegada de la Covid-19. No solo la carta constitutiva hablaba de una educación equilibrada inclusiva, hablaba de reforzar nuestra capacidad de investigación transdisciplinaria”.
Subrayó que la Covid-19 enseñó la urgencia de ese mandato. Nuestros países no estaban pidiendo ninguna caridad, queríamos comprar vacunas, pero algunos monopolizaron la producción, así que necesitamos desarrollar nuestra capacidad, eso la Covid-19 lo demostró.
La brecha tecnológica también se exacerbó en 2019, pero confirmó lo que ya había en la carta constitutiva de desarrollar nuestra propia tecnología adaptada a nuestro contexto y que estimulaba la creatividad de nuestros jóvenes y la economía.
Ahora que ya estamos en la fase ejecutiva de la organización, comprendemos lo imprescindible de la cooperación Sur-Sur, sentenció.
Sur-Sur, cooperación regional auténtica
Mirando hacia el futuro, para el secretario general de la OCE, el jeque Manssour Bin Mussallam, “el reto es que los mandatos para estados miembros y con estados me refiero a pueblos que tienen sueños, el mayor reto es renovar con los sueños y con los ideales”.
Consideró que los discursos internacionales actuales ya no son de sueños porque pasamos de construir sociedades de prosperidad compartida a un discurso que habla de reducir la pobreza y los efectos del cambio climático.
Sobre este último tema, al cuestionarse el por qué no avanzamos en esa lucha y que también es un reto para la OCE, primero debe enseñarse que el cambio es posible. Llegamos a un momento en el cual la gente llegó rendida antes de haber empezado la lucha porque no creemos que el cambio es posible.
Reflexionó de que el miedo en sí no es fructífero, aunque legítimo en la catástrofe climática, en el mejor de los casos puramente reactivo, reaccionando a cosas para evitar lo peor, pero en el peor de los casos totalmente paralizante.
Como segundo reto está la ausencia de la visión de lo que vendrá después de la transición ecológica porque no puede haber desconstrucción sin planes de reconstrucción. El tercero y más grave, estamos tan envueltos en el individualismo de nuestros modelos de desarrollo que olvidamos el significado de la acción colectiva.
“La acción colectiva no es mucha gente haciendo lo mismo al mismo tiempo, la acción colectiva es una lucha decidida de múltiples frentes para lograr un objetivo común y creo que esa idea de reconstruir un colectivo, el sentimiento de colectivo es una parte importante”.
Advirtió que sin sueños no hay movilización, no hay transformación. Somos una organización que cree que no hay futuro sin el colectivo y no hay futuro sin cooperación Sur-Sur, y cuando digo cooperación Sur-Sur es reconocer la integración regional auténtica.
Considero que uno de los mayores retos como organización es que hablamos del Sur sin tener conciencia del Sur, aún no tenemos sentimiento de pertenencia del Sur. Muchos en América Latina piensan que no tienen nada que ver con África, en África piensan que nada que ver con América Latina.
Pero cuando compartimos, si somos muy diversos, la unidad solo se construye a través de la diversidad porque uno no va uniendo lo que ya es lo mismo, uno va uniendo lo que es diferente, concluyó.
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