El III Congreso Internacional sobre la muerte, con sede en el Teatro Heredia, fue uno de los espacios teóricos más significativos de esta edición 42, dedicada precisamente a las celebraciones mexicanas de la vida y la muerte, toda una metáfora de estas jornadas rebosantes de la vitalidad y calidez de la urbe.
La interpretación de La llorona, ese clásico de la música popular mexicana popularizado, entre otros, por Chavela Vargas, matizó con su dejo triste y místico, ese encuentro de pensamiento.
Transcurridas las primeras horas, ya se avizora el vaticinio hecho por Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, la anfitriona, cuando indicó que esta Fiesta del Fuego sería por todo lo alto, tras las vicisitudes vividas a raíz de la Covid-19.
Mañana tendrá lugar la apertura popular con el Desfile de la Serpiente, jolgorio colorido que partirá desde el céntrico parque Céspedes y finalizará en La Alameda, muy junto al mar, donde el domingo 9 se efectuará la Quema del Diablo, colofón de la festividad, con su carga para espantar adversidades.
La ceremonia de homenaje a la rebeldía esclava que se realizará en lo alto de La Loma de los Chivos, junto al monumento escultórico de Alberto Lescay y muy cerca del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, será uno de los tantos episodios de lo real maravilloso en estas jornadas.
La cifra estimada de participantes extranjeros se cifró inicialmente en alrededor de 400 de cerca de 20 países, entre los cuales son mayoría los mexicanos, acompañados por el embajador, Miguel Díaz Reynoso, a los cuales se suman otros caribeños, latinoamericanos y europeos.
Aunque La Catrina, símbolo fúnebre creado por el artista azteca José Guadalupe Posada, encabezó la gala inaugural y es presencia constante en estas celebraciones, incluyendo una muestra gráfica, lo cierto es que durante el Festival late la invocación a la vida.
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