Por: Angel Darian Santa Cruz, Corresponsal de Matanzas
Las manecillas de los relojes han dado vueltas feroces a estos últimos 12 meses y aunque para muchos un año puede resultar un período de tiempo bastante grande, cuando existen fechas que se clavan en el corazón de un pueblo ese plazo no es nada.
El 5 de agosto del 2022 no tenía nada de diferente a otro día de verano para los matanceros, viernes típico de calor, muchos de vacaciones como bañistas hacia las playas y todo un ir y venir constante bajo un sol el cual ocultó su fuerza por una tormenta veraniega que cambió por completo una ciudad.
El destino, la vida y lo impredecible de la madre naturaleza se conjugaron para como ruleta rusa dejar caer sobre uno de los tanques de Supertanqueros un rayo que desprendería una llama que se rehusó por más de 100 horas a dejar su presencia sobre una ciudad que se mantuvo noches en vela pidiendo el regreso a una normalidad que nunca volvió a ser igual.
Volver al pasado cuesta y cuesta mucho, la mirada de la vida siempre debe enfocarse en el presente y en el futuro pero resulta imposible no pensar en aquellas 17 personas fallecidas y el dolor de las familias, en la valentía de cientos que miraron a los ojos al fuego y lo vencieron o en los corazones de cada cubano que ayudó en lo que pudo durante el siniestro.
Agosto regresó y lo hará una y otra vez cada año para seguir recordándonos el olor a las playas, el calor que abraza de forma no muy amigable, la sonrisa de un niño al jugar por horas en calles y parques, el amor de la pareja que se toma de la mano o la admiración hacia aquel bombero que hoy veneras y antes apenas conocías de su entrega.
Un año transcurrió y Matanzas se niega a detener el paso, la Atenas de Cuba sobrevive a tiempos difíciles, se sumerge por momentos como nadador olímpico y saca sus mejores brazadas para no tocar fondo ante la implacable vorágine del dios crono, ese que no para ni acelera su rumbo por más que se le pida.
Olvidar ese 5 de agosto jamás se podrá, las heridas se encuentran con capas protectoras pero sangrarán en llantos silenciosos a oídos del corazón de todo un pueblo de Matanzas y de Cuba, pues el archipiélago entero estuvo como pulmones brindando oxígeno en cada batalla contra el fuego.
Homenajes, recordatorios, encuentros íntimos y públicos con involucrados en el siniestro marcan el hoy de estos primeros días de agosto para Matanzas en el que las lágrimas brotarán de nuevo como cascada en picada para todo aquel que como quien escribe estas letras aún siente y ve por las noches la fortaleza de un fuego embravecido.
Los momentos buenos y malos se quedan por siempre, algunos marcan o duelen más pues así es la vida y Matanzas seguirá viviendo llena de vida cada octavo mes del año con las luces que definen la alegría de los matanceros aunque existan ahora sombras de un agosto de fuego en Cuba.
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