Por Elizabeth Borrego Rodríguez
Periodista de Prensa Latina
Nacido en Birán, actual provincia de Holguín, el 13 de agosto de 1926, Fidel lideró en la década del 50 uno de los movimientos insurgentes más influyentes para América Latina y, con su triunfo, comandó uno de los gobiernos de izquierda con mayor impacto.
Se graduó como licenciado en Derecho en 1950 y, durante su labor como abogado, representó a los pobres antes de encabezar el movimiento insurreccional.
En 1953, año del centenario del natalicio de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, comandó el grupo de jóvenes que se lanzaron al rescate de la República con el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en la actual provincia de Granma, ambas en el oriente del país.
Inferiores en número y armas, los asaltantes no pudieron tomar ninguna de las dos fortalezas, sin embargo, la acción marcó el inicio de la posterior etapa que incluyó el exilio de los principales líderes, el combate en la clandestinidad, el desembarco del yate Granma en 1956, la lucha armada y la toma del poder en 1959.
En su alegato de autodefensa, tras las acciones del 26 de julio, Fidel Castro planteó su proyecto de nación que incluía la transformación de la sociedad cubana en contraste con la precaria situación que padecía la Cuba de entonces.
“Los problemas de la República sólo tienen solución si nos dedicamos a luchar por ella con la misma energía, honradez y patriotismo que invirtieron nuestros libertadores en crearla”, aseguró el joven abogado ante el juzgado.
Su discurso, que guardó el nombre de La Historia me Absolverá, no solo estableció aquellos males conocidos de la seudorrepública, sino que, además, fijó un plan para retomar el destino de una nación libre y su determinación a comandarla.
“En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento. Pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa. La historia me absolverá”, sentenció.
Luego del triunfo de 1959, la Revolución desafió a los Estados Unidos como un modelo de la resistencia latinoamericana y de otras partes.
De acuerdo con historiadores, el proceso cubano transformó la dependencia establecida en la doctrina Monroe con un impacto mucho mayor en el continente que el de cualquier otra insurrección latinoamericana.
Además, Cuba consiguió modelos ejemplares de educación y salud gratuitas, con valiosos resultados para el mundo, a lo que se añadió la colaboración internacional en esos sectores.
A lo cual se suman las conquistas en materia de cultura, deporte, ciencia y tecnología y otros, pese al bloqueo económico y financiero que por más de 60 años constituye el principal obstáculo para el desarrollo del país.
Como fundador del primer Estado socialista del hemisferio occidental, el líder cubano diseñó, orientó y ejecutó una política exterior de neta independencia y de extensión global y un magisterio internacionalista.
Además promovió a escala mundial la batalla del Tercer Mundo contra el orden económico mundial vigente, en particular la deuda externa, el despilfarro de recursos por gastos militares y la globalización neoliberal.
Abogó por una política de solidaridad entre los oprimidos y de respeto a la soberanía dentro del Movimiento de Países de No Alineados (Mnoal), organismo del que Cuba fue fundador en 1961.
“Solo una alianza estrecha entre todas las fuerzas progresistas del mundo nos dará la fuerza necesaria para vencer las todavía poderosas fuerzas del imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo y el racismo, y luchar exitosamente por las aspiraciones de justicia y de paz de todos los pueblos del mundo”, señaló en la IV Cumbre de la organización, celebrada en Argel, en 1973.
A principios del siglo XXI, el entonces presidente cubano encabezó junto a su homólogo venezolano, Hugo Chávez, los esfuerzos por la unidad y la integración de América Latina y el Caribe.
En abril de 2004, ambos lideraron el camino de la América unida con la creación en La Habana de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), como espacio multifacético de convergencia.
Con posterioridad, surgieron otras entidades como Petrocaribe, de amplia actividad en el campo energético, que se complementó con la reestructuración positiva de entidades como el Mercosur y la formación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
El paso más concluyente fue, sin dudas, la fundación en 2011, en Caracas, Venezuela, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños como un mecanismo de verdadera representatividad regional, capaz de dar prioridad al diálogo y trascendencia por encima de otras consideraciones.
El 31 de julio de 2006, el entonces mandatario anunció el cese provisional de sus actividades al frente del Gobierno, el Partido Comunista (PCC) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias en su Proclama al pueblo de Cuba.
Tras una complicada operación quirúrgica, adelantó que debería permanecer varias semanas de reposo y encomendó algunas funciones que atendía a dirigentes del Partido y el Estado.
En proclama a la nación expuso, en esencia, que dejaba en manos del general de Ejército Raúl Castro, sus tareas al frente del PCC y el Estado, a la vez convocaba al pueblo a seguir adelante por el camino trazado.
“No albergo la menor duda de que nuestro pueblo y nuestra Revolución lucharán hasta la última gota de sangre para defender estas y otras ideas y medidas que sean necesarias para salvaguardar este proceso histórico”, escribió al respecto en su mensaje.
Rebasó su enfermedad, aunque no se incorporó a sus cargos por otras complicaciones de salud, según reconoció en 2008.
Sin embargo, acompañó los venideros cambios desde sus reflexiones publicadas en medios de comunicación y el trabajo en la dirección de investigaciones y proyectos de producciones agrícolas.
El 25 de noviembre de 2016, Raúl Castro anunció el fallecimiento de quien fuera reconocido como Comandante en Jefe, a los 90 años de edad.
En cumplimiento a su voluntad, sus restos fueron cremados.
Durante su vida, mantuvo relaciones de amistad con personalidades de todo el mundo, como los líderes Nelson Mandela, Yasser Arafat, Indira Ghandhi, el escritor Gabriel García Márquez y el futbolista Diego Armando Maradona.
Igualmente, creó estrechos lazos con mandatarios de la región, como Hugo Chávez (1999-2013); Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), de Brasil; Cristina Fernández (2007-2015), de Argentina; Evo Morales (2006-2019), de Bolivia; Rafael Correa (2007-2017), de Ecuador; y Daniel Ortega (1985-1990 y 2007-), de Nicaragua.
Su papel frente a la consolidación del proceso revolucionario; las transformaciones económicas y sociales del país; el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y la ciencia; el enfrentamiento a las agresiones de Estados Unidos y la convocatoria a la unidad en la región lo convirtieron en un símbolo universal de resistencia.
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