Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefe de Prensa Latina en República Dominicana
Fidel, quien el próximo domingo cumpliría 97 años, viajó a esta nación caribeña, bajo el primer gobierno del expresidente Leonel Fernández. Los vínculos entre los países vecinos fueron interrumpidos en 1960 durante la dictadura (1930-1961) de Rafael Leónidas Trujillo.
“Qué puedo decirles? Me encuentro aquí, y casi no lo creo: fue un sueño de toda la vida. Entre las primeras cosas que aprendí cuando ingresé en las aulas escolares fue que muy cerca de nosotros existía un país legendario, lleno de historia, estrechamente unido al pueblo cubano….”, expresó a su llegada al aeropuerto internacional Las Américas el 20 de agosto de 1998.
A lo largo de toda mi vida, expresó, con una enorme y perenne admiración hacia este país y a su pueblo, estuve de una forma u otra vinculado a sus luchas, y luego recordó la participación de dominicanos en la guerra por la independencia de Cuba.
La admiración de Fidel Castro por República Dominicana estuvo presente antes y desde su participación en 1947 en la llamada Expedición de Cayo Confites, en la que fue uno de los cientos de jóvenes de América Latina dispuestos a luchar contra el dictador Trujillo.
Varios gobiernos de la región colaboraron en los planes revolucionarios. Cayo Confites es un territorio situado en la oriental provincia cubana de Camagüey, de donde partiría el llamado Ejército dominicano de Liberación.
El plan se frustró debido a la intervención del embajador de Estados Unidos en La Habana, Henry Norweb, quien presionó al presidente Ramón Grau San Martin para que abortara la conspiración militar.
Trujillo, aliado de la Casa Blanca, protestó y amenazó con bombardear La Habana si un solo expedicionario pisara su país.
Por eso, y porque conocía su historia, Fidel se sentía tan unido a esta tierra y a sus ideales revolucionarios. Quizás su visita le trajo recuerdos de los días en que Santo Domingo colmó sus ideales de justicia social y de sus compañeros en Cayo Confites, donde se entrenaron para iniciar la Revolución en este país.
Pasaron 51 años para que el jefe del gobierno cubano cumpliera su sueño de llegar a estas tierras. Entonces expresó: “No es nada lo que hayamos hecho por ustedes; es mucho lo que hemos hecho juntos, es mucho más lo que juntos debemos hacer en el futuro”.
El líder revolucionario aseguró: “Con ese espíritu arribo a este país a fin de participar en esa gran e importante reunión de naciones pequeñas, de importancia decisiva para el presente y en especial para el futuro de nuestra región. Sé cuánto esfuerzo realizan ustedes por lograr la unidad y la integración entre esos países”.
Así se refería a la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno del Foro del Caribe del Grupo de Países África-Caribe-Pacífico (Cariforo), a la que fue invitado por Fernández, en su carácter de anfitrión.
Una retrospectiva de su visita muestra que el primer lugar recorrido fue el Altar de la Patria, donde rindió tributo a los tres héroes de la independencia local: Juan Pablo Duarte, Marcos del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.
Cientos de dominicanos lo esperaban a la entrada del mausoleo, en medio de vítores y aplausos, según reportaron periodistas en la cobertura del acto.
Para el pueblo quisqueyano su presencia resultó un hecho de enorme trascendencia y para él resultó de enorme emotividad, pues, consideró, “esta es la tierra que más puede emocionar a un modesto corazón cubano”.
El 24 de agosto, el entonces presidente Fernández condecoró a su invitado con la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado Gran Cruz Placa de Oro, en una ceremonia efectuada en el Salón de Embajadores del Palacio Nacional.
Al argumentar el otorgamiento a Fidel Castro de tan alta distinción, el mandatario sostuvo que “ese joven rebelde a quien hoy reconoce el pueblo dominicano encarna la rebeldía y el desafío de dos grandes héroes de nuestra América, el Apóstol José Martí y el Generalísimo Máximo Gómez…”.
Al expresar su agradecimiento, el líder cubano significó que aceptaba la distinción en nombre de su pueblo, como “reafirmación de los lazos indestructibles de hermandad que nos han unido y nos seguirán uniendo a lo largo de la historia, pese a todos los avatares e intereses de los que siempre han querido desunirnos”.
Aquellas fueron jornadas intensas durante las que el visitante también viajó a Baní, capital de la provincia de Peravia, cuna del Generalísimo Máximo Gómez, quien luchó en las distintas etapas de la guerra de independencia de Cuba.
En Baní, a unos 60 kilómetros de Santo Domingo, la capital, recorrió el lugar que ocupara la casa natal de Gómez, uno de los jefes de más alto rango del Ejército Libertador anticolonialista y sitio de homenaje de quienes recuerdan con orgullo al ilustre militar de este país.
Su decisión de construir el politécnico Máximo Gómez en esa ciudad fue un gesto que la población agradece profundamente, ya que allí se ha graduado una alta cifra de jóvenes en distintas profesiones y oficios.
Semanas antes de confirmarse la presencia del jefe revolucionario, diferentes organizaciones, grupos de solidaridad y estudiantes -algunos de ellos graduados en Cuba- pidieron un encuentro con Fidel, el cual tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde ofreció una conferencia magistral.
También acudió al hogar de su amigo y expresidente Juan Bosch y su esposa cubana Carmen Quidiello.
Su visita la recuerdan con enorme cariño los dominicanos y también porque contribuyó a fortalecer los vínculos históricos y culturales entre dos vecinas naciones que se remontan incluso a antes de la conquista española.
arc/mpv