El mandatario bolivariano arribó al gigante asiático el viernes 8 de septiembre, específicamente a la ciudad de Shenzhen, provincia de Guandong, al sur del país.
Allí conversó con las principales autoridades y los empresarios, visitó lugares de interés del polo tecnológico y acordó desarrollar la Zona Especial Económica en La Guaira, Venezuela.
Luego arribó a Shanghai, donde no sólo dialogó con autoridades, sino que llegó hasta el Nuevo Banco de Desarrollo impulsado por el grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y dialogó allí con su presidenta Dilma Rouseff.
En esa urbe la contraparte china y venezolana acordaron impulsar el hermanamiento de Shanghai con el Estado de Carabobo en la República bolivariana lo que, según fuentes oficiales, permitirá una mayor cooperación industrial y comercial entre ambas regiones.
Antes de llegar a Beijing, visitó la provincia de Shandong, en particular la famosa montaña sagrada Tai, y se reunió con los directivos locales con quienes acordó el desarrollo de una zona agroalimentaria especial en el sur de Venezuela.
En esta capital lo recibió el presidente Xi Jinping y ambos declararon una «asociación estratégica a toda prueba y todo momento».
Maduro agradeció nuevamente el acompañamiento de China durante los años difíciles «del bombardeo económico contra Venezuela y las sanciones unilaterales», así como el apoyo durante la Covid-19.
Uno de los resultados más importantes de esta visita fue diversificar la canasta exportadora de Venezuela que ahora podrá enviar a China café y aguates, mientras otros 20 rubros esperan por aprobación.
Fue también noticia durante esta semana el anuncio por Beijing de sanciones a dos empresas de la industria militar estadounidense, Lockheed Martin y Northrop Grumman, debido a la venta de armas a Taiwán.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, la sucursal de la Compañía Lockheed Martin del estado de Missouri actuó como contratista principal en la venta de armamento a la isla, mientras que Northrop Grumman Company participó en numerosas ocasiones en este tipo de transacciones.
Las relaciones entre Beijing y Washington están en el peor momento de su historia debido a la guerra económica de Estados Unidos y su interferencia en asuntos internos como la cuestión de Taiwán.
La Cumbre del G77 y China en La Habana suscitó durante estos días opiniones de expertos y cancillería sobre la importancia de la misma para los países del sur. El gobierno chino celebró el trabajo de Cuba como presidente del grupo, al tiempo que subrayó su optimismo sobre las contribuciones de la cita.
En respuesta a una pregunta de Prensa Latina, la vocera de la cancillería del gigante asiático, Mao Ning, expresó su deseo de que este evento conlleve a «una mayor solidaridad, cooperación más estrecha y una respuesta conjunta a los desafíos entre los países en desarrollo».
La diplomacia de la nación asiática enfatizó que el grupo de los 77 y China es un mecanismo de colaboración que salvaguarda la equidad internacional y defiende los intereses comunes de sus miembros.
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