Su edificación se remonta al siglo VII antes de Cristo, pero no fue hasta 1812 que el arqueólogo y explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt consiguió acceder a ella al viajar en caravana junto a un guía y disfrazado de árabe. De esta forma descubrió una ruta que cautiva por sus restos de inmenso valor histórico, artístico y cultural.
Petra significa “piedra”, pero no por ello se encuentra totalmente excavada en la roca, aunque sí gran parte de ella.
Todos los edificios tienen algo en común: están hechos con arenisca, piedra tornasol que da variedades de tonos rosa mayoritariamente, naranja y amarillo.
Templos, tumbas, túneles, presas y canales se combinan con un paisaje único. Por ello, la Ciudad Perdida, como también se le conoce, es Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura desde 1985, e integra la lista de las nuevas Siete Maravillas del Mundo desde 2007.
El Siq o Pozo, Al-Khazneh o Tesoro de Petra, Ad Deir o El Monasterio, las Tumbas Reales (las de Urna, del Palacio, de Corintia y de la Seda), la calle de las Fachadas, el teatro y el Gran Templo son los puntos más emblemáticos. El Siq, por ejemplo, es el camino principal por el cual se accede a la ciudad. Se trata de un cañón especialmente estrecho, de un kilómetro de longitud, con acantilados de hasta 80 metros de altura.
Al final de este recorrido se encuentra la fachada de Al-Khazneh, el magnífico mausoleo tallado en la roca (25 metros de ancho, 39 metros de alto) que fue erigido probablemente durante la segunda mitad del reinado de Aretas IV (entre 9 a.ne. y 40 d.n.e.), pero no se sabe con certeza para quién.
Un monumento funerario tan representativo en un lugar tan prominente sólo pudo haber estado dedicado a un rey o a una reina. Su fachada, ricamente decorada con elementos florales y figurativos, muestra claras referencias a elementos de la arquitectura palaciega del Imperio Ptolemaico de Alejandría.
Mientras que el Gran Teatro, construido con estilo romano y excavado igualmente en la roca rojiza, posee una capacidad para más de tres mil personas.
Las Tumbas Reales sobresalen como otro sitio de obligada visita, pues solo quedan algunas tras la sucesión de terremotos que se produjeron durante la época de los omeyas.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)