El macizo de dos mil 847 metros sobre el nivel del mar, ubicado entre las regiones de La Araucanía y Los Lagos, registra desde el fin de semana un aumento sostenido de la energía sísmica, explosiones internas, emisiones de cenizas y anomalías térmicas.
La situación obligó al Servicio Nacional de Geología y Minería a incrementar la alerta de amarilla a naranja, lo cual implica extender el perímetro de exclusión desde los 500 metros hasta los ocho kilómetros.
En las comunas de Pucón, Villarrica y Panguipulli cerca de una treintena de establecimientos educacionales suspendieron las clases, medida que volverá a evaluarse el miércoles para decidir si se retoman en la modalidad presencial o remota, dijeron autoridades locales a la prensa.
Una 75 familias cercanas al volcán deben ser llevadas a albergues temporales, aunque algunas se niegan a abandonar sus hogares por temor a los robos.
Como medida de precaución se cerraron los centros de invierno, entre ellos el Parque Villarrica, y todos los turistas fueron trasladados a lugares seguros.
Considerado uno de los más activos de Sudamérica, el volcán tiene un amplio historial de erupciones intensas y la última de ellas ocurrió en 2015, cuando más de cinco mil 300 personas debieron ser evacuadas.
El jefe regional del Observatorio Vulcanológico de Los Andes del Sur, Rodrigo Órdenes, consideró que la situación actual es parecida al escenario vivido hace ocho años.
«Los parámetros son de alguna forma similares a lo ocurrido en 2015», dijo, y añadió que el lago de lava está a un nivel superficial y puede generar expulsión de material hacia las laderas internas del cráter o hacia el exterior.
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