De acuerdo con el portal en internet Razones de Cuba, el terrorista de larga data Santiago Álvarez Fernández-Magriñá se presenta ahora como un supuesto opositor pacífico al sistema socialista cubano para tratar de ocultar su amplio y sangriento historial contra inocentes compatriotas.
El pretendido “benefactor”, como le nombran sus allegados, acumula un notable palmarés de organización de desembarcos e infiltraciones de comandos terroristas en el archipiélago, y en la década de los 60 participó en acciones violentas ejecutadas a lo largo de la costa sur de la zona comprendida entre Cienfuegos y Trinidad.
Recalca la denuncia firmada por el escritor y periodista cubano Raúl Antonio Capote–, que Fernández-Magriñá dedicó gran parte de su vida al terrorismo contra Cuba, mediante el suministro de dinero a elementos contrarrevolucionarios.
Para ese fin se valió de la llamada Fundación de Rescate Jurídico y de otras organizaciones, y mantuvo estrechos vínculos con las formaciones paramilitares Alpha 66 y Comandos L, con base en el sur de la Florida, bajo la supervisión de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), argumenta Razones de Cuba.
Recuerda que este peligroso individuo participó en el fallido atentado contra el líder cubano Fidel Castro en el paraninfo de la Universidad de Panamá, en 2000; y luego propició el ingreso ilegal a Estados Unidos de uno de los autores confeso de ese hecho: Luis Posada Carriles.
Indisolublemente ligado al terrorismo anticubano, Posada Carriles es considerado uno de los peores asesinos de la historia del país antillano, fue en vida íntimo amigo y compañero de actividades sangrientas de Fernández-Magriñá, ahora disfrazado de “angelito”.
La publicación también recuerda que las autoridades estadounidenses le ocuparon, en 2005, el más grande alijo ilegal de armas de guerra de que se tenga noticia en la Florida, delito por el que solo guardó prisión tres años.
En aquella ocasión, el belicoso promotor y ejecutor de actos de terror le entregó a la Policía 30 ametralladoras automáticas, un lanzacohetes, varias granadas, 200 libras de dinamita, 14 libras de explosivo C-4, cuatro mil pies de cable para detonaciones, entre otros pertrechos.
En su abultado expediente consta además que el 12 de octubre de 1971 participó en un ataque terrorista contra el poblado cubano de Boca de Samá. El asalto pirata cobró dos vidas y dejó cuatro heridos, entre ellos dos niñas de 15 y 13 años de edad, respectivamente, refiere la publicación.
Fernández-Magriñá, en 2001, en unión de Castro Matos, preparó, realizó y dirigió una infiltración armada por la costa norte de la provincia de Villa Clara, acción en la que fueron detenidos Máximo Pradera, Ihosvanny Suriz y Santiago Padrón, quienes pretendían sabotear objetivos turísticos, entre ellos el cabaré Tropicana.
En ese contexto, el pretendido opositor pacifista estuvo entre los que financiaron la compra del armamento para esa acción, y violó las aguas jurisdiccionales cubanas cuando traía, en su lancha rápida, a los tres terroristas –mencionados arriba-, capturados en abril de 2001.
Con ese prontuario, nadie debería creer en las supuestas buenas intenciones de un criminal disfrazado de cordero que hoy se pasea por la ciudad estadounidense de Miami pretendiendo “colaborar” con quienes apoyan a los “disidentes» en Cuba.
El “buen anciano” es un criminal que tiene las manos manchadas de sangre. “Hay nombres que no pueden ocultar, tras las máscaras de influyentes «benefactores», el carácter asesino que los mueve”, recalca Razones de Cuba.
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