Esa opción sucede dos veces al año en el llamado viejo continente: el último domingo de marzo y el último de octubre.
Se empezó a generalizar a partir de 1974, cuando ocurrió la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad.
En septiembre de 2018, la Comisión Europea propuso acabar con el cambio de hora tras una encuesta pública que recabó un número récord de respuestas (4,6 millones) y reveló que mayoritariamente los ciudadanos querían terminar con esa práctica.
En marzo de 2019, el Parlamento comunitario respaldó la propuesta.
El cambio de horario despierta disparidad de opiniones en la sociedad entre quienes defienden sus beneficios para aprovechar las horas de luz y lo que ponen en duda su utilidad y alertan de los perjuicios para la salud.
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