Sosa, en entrevista con Prensa Latina, expresó que siendo un cubano más, como parte de este pueblo y, con la vida tan convulsa, no sabe cuándo será el momento exacto para “agarrar” la guitarra.
En el día siempre hay un espacio para ella y alguna descarga, un ensayo, una letra rondando en tu mente; siempre, recalcó el trovador.
Con su “casi” inseparable compañera de viaje cotidiano, la dama de las cuerdas, este artista de una sencillez que atrae, un poeta del diario andar, de la Cuba de estos tiempos, siempre tiene un lugar para invitar a las musas a compartir con él la fiesta de la creatividad.
Alentado quizás por la mismísima Erato, diosa, entre las nueve musas, inspiradora de los poetas y del romanticismo, Sosa cambió el Phormix de esa divinidad (antiguo instrumento de cuerda griego), por la guitarra, y con ella hace y deshace notas a su antojo, convertidas luego en hermosas canciones, con el complemento de su voz.
Prefiero agarrar la guitarra todos los días y sacarle algo, buscar la manera de sentirme más cómplice con ella; la siento como un instrumento vivo y como tal para mí cultivar esa amistad, ese amor, esa relación es emocionante, expresó.
Al referirse a la música, Sosa no pudo menos que enaltecerla, pues, según él, la lleva desde sus primeros segundos de vida.
Viaja conmigo desde que nací, declaró con orgullo.
Yo creo que todo cubano viaja con la música desde que nace, incluso, esas travesías musicales me parecían mejores en otras épocas, hoy la tecnología te permite ser más egoísta y encerrarte dentro.
Por ejemplo, pertenezco a una etapa que en su niñez escuchó mucha radio, y ese medio es más social. Soy de una generación la cual cantaba más colectivamente, puntualizó.
Siempre me gustó cualquier género musical, precisó, sin embargo, pasa que a nivel de conciencia me hice más trovador porque me descubrí haciendo canciones cuando tenía alrededor de 14 o 15 años, y sentí en lo profundo el valor y el placer de decir mis propias historias, pero canto todo tipo de género, aclaró.
La trova yo no la pienso como un género, la considero una aptitud, ética y estética, y dentro de ella puedes escuchar son, guaguancó, balada, rock, de todo, por lo tanto, todos esos ritmos confluyen en la trova, compartió.
Con toda confianza yo lo que sí me siento es trovador, remarcó Sosa.
Incluso, soy de los que a ultranza defiende esa estética musical y los ritmos de esta isla de manera general, pero canto de todo un poco y, pese a todas esas consideraciones, al final no he estudiado música, soy Licenciado en Pedagogía, destacó.
Con sus composiciones llenas de arraigo tradicional, Sosa se mantiene en el aprendizaje constante, o por lo menos, según afirmó, lo intenta.
Aprendo de los jóvenes, de los no tan jóvenes, de los clásicos; con respecto a lo que haya podido enseñar, pues debemos preguntarle a ellos, soy de los seguidores de todos, me siento y busco el tiempo para analizar sus obras y comparto con ellos, puntualizó.
Afortunadamente soy de los trovadores que mantiene muy buena relación con todas las generaciones; compartí con Pablo, con Silvio, con Vicente Feliú, con Augusto Blanca, quien sigue siendo uno de mis maestros, y repito, continúo colaborando con cada uno de mis colegas, ya sea de cualquier edad, precisó.
Eso ha hecho que ande por ahí organizando eventos, cuanto encuentro se haga de trova por ahí, ahí estoy yo, todos los días uno debería aprender algo.
Sosa compartió con Prensa Latina la anécdota de una de sus experiencias con Pablo Milanés, cuando fueron juntos de gira y el propio autor de “Yolanda”, por citar solo un tema de tantos, le pidió que cantara una de sus canciones.
Los inicios profesionales de Sosa en 1997 fueron con el dúo “Postrova”, una etapa importante de cinco años, época de la cual guarda recuerdos y también sueños realizados, transitando por un fecundo camino que lo trajo hasta aquí 26 años despues
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