La violencia de los vientos causaron la primera tragedia mortal, en la región de Aisne, al arrancar un árbol y lanzarlo sobre un camión que circulaba en ese momento por la carretera, de acuerdo a la información proporcionada por los bomberos que atendieron el siniestro.
Mientras más de 1,2 millones de viviendas se encuentran sin electricidad, las autoridades francesas extremaron la vigilancia y la prefectura de Finistère prohibió hoy la circulación en toda la red de carreteras provinciales, mientras en cinco regiones se suspendió el tráfico ferroviario.
A primera hora de la mañana el servicio Météo France mantenía veintitrés departamentos en estado de alerta naranja, toda la costa norte del país, desde Bretaña hasta la frontera con Bélgica, con una provincia en alerta roja.
Olas de más de 10 metros sacudieron las costas de Bretaña, y en la cercana isla de Ouessant se registró una altura máxima de 21 metros, lo que llevó al servicio meteorológico a alertar a la población pues “las condiciones en el mar son dantescas”, aseguró.
Durante la pasada noche el viento sopló con rachas de 156 km/h y en el extremo occidental del país, en la Punta de Raz, se registraron vientos de 207 km/h, siendo especialmente peligrosos pues los árboles tienen muchas más hojas de lo normal para la temporada, y los suelos empapados aumentan aún más el riesgo de que sean arrancados por los vientos.
La tormenta Ciaran es un fenómeno excepcional, pero cuenta con precedentes similares en las últimas décadas que también azotaron la región causando importantes daños personales y materiales.
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