Se trata de las casas de adobe y bahareque, construcciones típicas heredadas de la colonia, fáciles de identificar por su tapia, entrada blanca y azul y el techo de tejas.
Desde su introducción por los españoles, este método, prolongado hasta el siglo XIX, sirvió para solucionar necesidades constructivas en medio de un ambiente desconocido y pocos o nulos materiales. Su base es un ladrillo sin cocer, elaborado con una mezcla de componentes naturales y de bajo costo.
Estas viviendas, levantadas en muchos países como Perú, México, Colombia, Bolivia e incluso Egipto, fueron prohibidas por su insuficiencia ante las vibraciones sísmicas que en abril de ese mismo año destruyeron gran parte de Cartago, la primera capital.
Ante esas circunstancias, se empleó el bahareque como sustituto, el cual ya existía desde la época precolombina.
Estas casas son una herencia que remite al paisaje colonial del siglo XIX y declararlas símbolo nacional promoverá el desarrollo de programas y proyectos para fortalecer su conservación, explicó el diputado Luis Fernando Mendoza, uno de los gestores de la iniciativa.
Con las casas de adobe y bahareques, la lista de insignias sumaahora 19, liderada por el escudo, el himno y la bandera de Costa Rica, junto a ejemplares autóctonos de la flora yla fauna como la guaira morada, el árbol de Guanacaste, la mariposa morpho, el yigüiro, el venado cola blanca, el manatí y el perezoso.
También, tradiciones como las mascaradas, el recorrido de la antorcha de la independencia, la carreta decorada, la ejecución de la marimba, las esferas indígenas precolombinas, los crestones del Parque Nacional Chirripó, el Teatro Nacional y el café de Costa Rica.
(Tomado de Orbe)