Al inaugurar esta cita, a la que asisten unos 400 connacionales residentes en más de medio centenar de países y desarrollada en el capitalino Palacio de las Convenciones, Rodríguez aseguró que es «resultado del diálogo iniciado en noviembre de 1978, promovido e impulsado por el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz».
Recordó que en ese momento, la Revolución cubana estaba en franco proceso de consolidación e institucionalización al cabo de 20 años del triunfo de enero de 1959 y añadió que el país había expandido sus vínculos con el mundo y roto el cerco de aislamiento que intentó imponerle el imperialismo.
Había un clima menos agresivo del gobierno de Estados Unidos. A la vez, se venía desarrollando en nuestro gobierno una reflexión sobre la necesidad de restablecer lazos con aquellos cubanos que por diversas razones habían salido del país, en especial a Estados Unidos y que con independencia de su inclinación política tenían el deseo de regresar o establecer contacto con la patria y con sus familias, refirió.
Apuntó que en esas circunstancias fue tomando cuerpo una política de nuestro gobierno que, desde el principio hasta hoy, se ha desarrollado bajo condiciones difíciles y extraordinarias, que no son comunes en el caso de los vínculos de otros países con su emigración.
En nuestro caso, sostuvo, la nación ha permanecido bajo la permanente agresión de una gran potencia, ubicada a solo 90 millas y donde residen o son ciudadanos la mayoría de los emigrados.
Indicó que allí hay una presencia muy concentrada en una comunidad donde se manifiesta determinado grado de hostilidad, alentada, conducida o manipulada, incluso electoralmente, contra su patria.
«Como fruto de ese acercamiento constructivo y del devenir histórico se han producido notables progresos y se han adoptado paulatinamente importantes decisiones y medidas dirigidas a estrechar nuestros vínculos», acotó.
Rememoró que las dos conferencias celebradas en 1994 y 1995 permitieron profundizar el acercamiento, ampliar la composición de los participantes en el diálogo procedentes de varios países, no solo de Estados Unidos, así como diseñar con mejor estructura y mayor institucionalidad la política de acercamiento e inserción de los entonces emigrados en la vida nacional.
Tras decir que algo similar ocurrió con la conferencia de 2004, el ministro de Relaciones Exteriores puntualizó que han tenido un papel importante las medidas de carácter consular o migratorio para facilitar los trámites y reducir requisitos, disminuir gastos, eliminar obstáculos para una comunicación cada vez más fluida y para favorecer los vínculos familiares.
Entre los resultados más visibles están las crecientes manifestaciones de apoyo y solidaridad con Cuba de los nacionales que residen fuera del país, incluso en Estados Unidos.
Al respecto, señaló que muchos de ellos están sometidos, como lo están sus familiares, amigos, vecinos, conocidos y los cubanos en general, a una permanente agresión tóxica por vía de los medios de comunicación y las redes digitales, con plataformas radicadas especialmente en el sur de la Florida, financiadas por entidades gubernamentales.
«Es una agresión que sabemos muchas veces los exponen a ustedes a diversos peligros y admira a nuestro pueblo cómo ustedes defienden con hidalguía su postura moral y política frente al acoso», subrayó Rodríguez.
Destacó que la participación de los cubanos que viven fuera del país en la vida nacional es cada día más activa, expresada -ejemplificó- en la economía y la actividad comercial, al tiempo que se amplían las oportunidades para un papel creciente de esos connacionales en el desarrollo del país.
Nuestra cultura es una sola, se ilustra en el pensamiento y la creación artística y literaria de todos, en el desarrollo de la ciencia y la vida académica, en el ejercicio del deporte y en otras facetas de la vida nacional, resaltó.
Aseguró que nuestra historia tiende a superar el concepto de emigrado por el de cubanos que somos y son y van y vienen en sus disímiles circunstancias, participan y contribuyen, defienden y enriquecen, retornan o se prolongan en sus hijos, sus nietos, sus bisnietos que seguirán siendo cubanos.
Es la fórmula martiana del amor triunfante, inscrita con sangre en la bandera de la estrella solitaria, exaltó y aseveró que los neoanexionistas no estarán entre nosotros.
Manifestó que en los cubanos patrióticos residentes en el exterior, la nación crece, se enriquece, se manifiesta y se presenta orgullosa por el mundo, cada vez con más amplitud donde quiera que haya un cubano que lleva en el alma el sentimiento de la patria.
En Cuba está la sustancia materna, el origen, la esencia, está el pueblo y está la historia que es de todos los cubanos, comentó.
«De las entrañas de la isla se nutre nuestra cubanía, que es cubanidad y conciencia de lo que somos y queremos ser y emane de aquí la fuerza de la nación y de la cultura cubana. Nos honra que estén en la patria en este reencuentro», concluyó.
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