Exposición de muestras fotográficas, conversatorios, presentaciones de libros y actos públicos realizados en estas semanas, demuestran la presencia viva en el ideario popular del artífice y principal guía del proceso de transformaciones que impulsa el país caribeño desde hace más de seis décadas.
La víspera, instituciones culturales también se sumaron a los homenajes al líder histórico con el panel «Visión de Hart sobre Fidel», convocado por la Oficina del Programa Martiano de la isla.
Protagonizaron el diálogo prestigiosos intelectuales como el director de la Casa de las Américas, Abel Prieto; el director de la Oficina del Programa Martiano, Eduardo Torres Cuevas, y los escritores e investigadores Pedro Pablo Rodríguez y Eloísa Carrera, viuda de Armando Hart.
Como una manera de evocar a Fidel Castro, los panelistas disertaron sobre la obra y el pensamiento de Hart y su lealtad incondicional a los principios revolucionarios y fidelistas.
Estas iniciativas de recordación y tributo tendrán como colofón este sábado una velada político cultural en la escalinata de la Universidad de La Habana, donde el joven abogado Fidel consolidó su formación martiana y revolucionaria.
Fidel Castro lideró en la década del 50 uno de los movimientos insurgentes más influyentes para América Latina y, con su triunfo, comandó uno de los gobiernos de izquierda con mayor impacto.
Como fundador del primer Estado socialista del hemisferio occidental, el líder histórico cubano diseñó, orientó y ejecutó una política exterior de neta independencia y de extensión global, y un magisterio internacionalista.
Además, promovió a escala mundial la batalla del Tercer Mundo contra el orden económico mundial vigente, en particular la deuda externa, el despilfarro de recursos por gastos militares y la globalización neoliberal.
Abogó por una política de solidaridad entre los oprimidos y de respeto a la soberanía dentro del Movimiento de Países No Alineados (Mnoal), organismo del que Cuba fue fundador en 1961.
Su papel frente a la consolidación del proceso revolucionario; las transformaciones económicas y sociales del país; el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y la ciencia; el enfrentamiento a las agresiones de Estados Unidos y la convocatoria a la unidad en la región lo convirtieron en un símbolo universal de resistencia.
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