A siete años de su siembra, rendimos homenaje y recordamos el legado del Comandante, cuyo pensamiento y acción fue puesto siempre al servicio del bienestar de su pueblo y para la construcción de un mundo con paz, señala un mensaje de esa agrupación.
Por su parte, el integrante de la Asociación Americana de Juristas y militante del Movimiento Evita, Alejandro Rusconi, aseguró que “Fidel vive entre nosotros” y expresó su agradecimiento al luchador y estadista.
Nunca olvidaremos tus hazañas, afirmó.
Considerado una de las figuras más relevantes del siglo XX, Fidel Castro falleció el 25 de noviembre de 2016, a los 90 años de edad, y sus restos reposan en el cementerio Santa Ifigenia, en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, donde son motivo de constantes muestras de respeto y admiración.
En mayo pasado, en la escalinata de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, argentinos y cubanos recordaron el discurso pronunciado por él hace 20 años.
El 25 de mayo de 2003, el entonces jefe de Estado de Cuba participó en la toma de posesión del exmandatario Néstor Kirchner (1950-2010) y el día 26 se dirigió a una multitud reunida en los alrededores de ese centro de estudios.
En aquella oportunidad, resaltó la victoria popular argentina sobre el neoliberalismo y destacó el ejemplo del guerrillero Ernesto Guevara (1928-1967), a quien consideró uno de los hombres más nobles, extraordinarios y desinteresados.
“Pienso -porque soy optimista- que este mundo puede salvarse, a pesar de los errores cometidos, de los poderíos inmensos y unilaterales que se han creado, porque creo en la preminencia de las ideas sobre la fuerza”, aseguró en otro momento de su intervención.
En un principio, fue planificada su participación en un encuentro con estudiantes, autoridades universitarias y miembros de organismos defensores de los derechos humanos en el Aula Magna de esa institución, pero numerosas personas comenzaron a congregarse en los alrededores del lugar y el líder cubano decidió hablarles.
Un día dije que nosotros no podíamos ni realizaríamos nunca ataques preventivos y sorpresivos contra ningún oscuro rincón del mundo; pero que, en cambio, nuestro país era capaz de enviar los médicos que se necesiten. Médicos y no bombas, aseveró en aquel entonces.
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