El Sumo Pontífice pidió a los participantes en ese encuentro, que se desarrolla en el Ministerio de Asuntos Exteriores, que sus deliberaciones, “germinen en frutos que estrechen los lazos entre los pueblos, custodien nuestra casa común y tutelen los derechos de cuantos ven lacerada su dignidad”.
El Papa enfatiza en esa nota enviada a la Asamblea de las Partes del IDLO, que se celebra en ocasión del aniversario 40 de su fundación, dirigida a su presidenta, la diplomática neozelandesa Jan Beagle, señaló que “la justicia es la condición sine qua non para alcanzar la armonía social y que tanto necesitamos hoy”.
Es también la virtud necesaria para la construcción de un mundo en el que los conflictos se resuelvan solamente de forma pacífica, sin que prevalezca el derecho del más fuerte, sino la fuerza del derecho, reafirmó.
El Obispo de Roma señaló la importancia de defender los valores y criterios indispensables que se derivan del concepto general de Estado de derecho y que, si se implementan, tienen el poder de conducir a la realización de la justicia.
Entre estos citó la adhesión al principio de igualdad ante la ley, la prevención de la arbitrariedad, la garantía de transparencia, la promoción de una participación justa en el proceso de toma de decisiones, la salvaguarda del principio de seguridad jurídica y el respeto al debido proceso.
“En la compleja y ardua coyuntura que vivimos, marcada por graves crisis interconectadas, se percibe dolorosamente el aumento de los enfrentamientos violentos, de los efectos cada vez más nocivos del cambio climático, de la corrupción y de las desigualdades”, subrayó. Por ello, dijo, es más acuciante que nunca abogar por una justicia centrada en las personas con vistas a fortalecer sociedades pacíficas, justas e inclusivas.
El Estado de derecho puede desempeñar un papel esencial en la solución de las crisis globales al renovar la confianza y la legitimidad de la gobernanza pública, agregó.
Francisco resaltó la necesidad de preservarlo para “combatir las desigualdades, promover el bienestar de las personas, favorecer la salvaguarda de sus derechos básicos”.
Se debe, además, fomentar su adecuada participación en la toma de decisiones y facilitar el desarrollo de leyes y políticas que satisfagan sus necesidades reales, contribuyendo así a crear un mundo donde todos los seres humanos sean tratados con dignidad y respeto, añadió.
En tal sentido, agregó el Sumo Pontífice, “es preciso impulsar campañas de sensibilización que alienten por doquier una mayor transparencia, responsabilidad e integridad, y de este modo se pongan sólidos cimientos en la construcción de una sociedad justa y virtuosa”.
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