Se trata del Hotel de Salm, que acoge desde hace un siglo al Museo de la Legión de Honor y las Órdenes de Caballería, hermosa edificación en la orilla izquierda del río Sena, ubicada frente a la otrora estación de trenes que alberga al famoso Museo de Orsay.
Cuentan a ambos lados del Atlántico que el inmueble sirvió de inspiración al tercer presidente estadounidense, Thomas Jefferson (1801-1809), cuando una quincena de años antes se desempeñaba como ministro plenipotenciario de la joven República norteña en el Reino de Francia.
Considerado uno de los padres fundadores de la nación, Jefferson celebró en particular la arquitectura neoclásica de la construcción, cuya fachada calificó de “entre las más glorificadas de los edificios modernos”, sugiriendo que pudiera servir de modelo para Estados Unidos.
Incluso se afirma que el Hotel de Salm inspiró en buena medida la concepción de su casa en Monticello, Virginia.
En los paseos por París, si bien el Museo de la Legión de Honor y las Órdenes de Caballería no es de los lugares asumidos como imprescindibles, no pasa desapercibido para los guías que recorren la zona de Orsay o los cruceros que surcan el Sena, casi siempre con una mención a su vínculo con la Casa Blanca de Washington D. C.
El príncipe Federico III de Salm-Kyrburg encargó la obra en 1781 al arquitecto Pierre Rousseau, pero no pudo disfrutarla, primero por las deudas que lo convirtieron en inquilino y después al enrolarse en la Revolución Francesa, proceso en el que fue guillotinado en julio de 1794.
Una década después, la mansión pasó a ser la sede de la Legión de Honor bajo el dominio de Napoleón I, y en 1871, durante la Comuna de París, el hotel fue incendiado, lo cual motivó una campaña de restauración.
Desde 1925 la instalación acoge el Museo de la Legión de Honor y las Órdenes de Caballería, con una vasta colección de medallas y condecoraciones francesas y extranjerasy el acceso es gratuito.
(Tomado de Orbe)