La decisión de apelar a la comisión mixta era considerada la más lógica, tras el revés oficialista en el hemiciclo, donde una rarísima unidad de acción entre la izquierda, la extrema derecha y los conservadores evitó que la víspera comenzara a debatirse la iniciativa.
Desde la izquierda llamaron a retirar definitivamente el texto que busca endurecer el tratamiento a la inmigración, aunque no de la manera que quisiera la derecha, contraria a la ayuda médica del Estado a los indocumentados y a la regularización de los trabajadores sin papeles en sectores en los que falta mano de obra en Francia.
Según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, el objetivo de la comisión mixta, la cual instó a sesionar lo antes posible, es encontrar un proyecto de compromiso, algo así como un documento aceptable por las partes, algo que ahora mismo parece bien difícil
En una de las secuelas de la moción que frenó las discusiones en la Asamblea en torno a la norma de la inmigración, Darmanin -el principal promotor de la ley- presentó su renuncia, pero el presidente Emmanuel Macron no la aceptó y le ratificó su confianza.
Desde la oposición han sido varios los reclamos, no sólo el retiro del texto, también han demandado la dimisión de la primera ministra Elisabeth Borne e incluso la disolución de la Asamblea Nacional.
Macron convocó a una reunión esta noche en el Palacio del Elíseo para abordar la crisis, y acusó a los opositores de formar una alianza «contra natura».
Por su parte, Borne anuló su viaje de mañana a Ginebra, donde tendrá lugar un foro sobre refugiados organizado por las Naciones Unidas.
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