Según el balance anual de la entidad, el país vivió una “anomalía térmica” de más 1,4 grados en relación con la media normal reportada entre 1991 y 2020.
Además de las olas de calor vividas en suelo galo, el otoño resultó el más caluroso desde 1900, con un diciembre que tampoco fue particularmente frío.
Respecto a las lluvias, no fue hasta octubre que comenzaron de manera significativa, con los primeros meses del año marcados por la sequía y febrero como el cuarto más seco desde 1959.
El cambio climático es considerado por los expertos el responsable de las anomalías, con fenómenos extremos que tenderán a incrementarse con el paso de las décadas.
En contraste, Francia entra en una ola polar que bajará el termómetro de manera significativa a partir del fin de semana, con previsiones que indican hasta menos cinco grados el martes, en la que sería la jornada más fría en el país en seis años.
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