La distinción del orbe a la tercera villa cubana, fundada por el conquistador español Diego Velázquez en 1514, reconoció la labor legendaria de artesanos y artistas locales, sus trabajos manuales del arte del punto y las creaciones de barro, la alfarería.
La designación se realizó en ocasión del 31 de octubre, Día Mundial de las Ciudades, en 2019, integrándose la urbe Patrimonio Cultural de la Humanidad a otras -cerca de 300, incluida La Habana- que integran la Red de Ciudades Creativas.
Esta Red agrupa a ciudades -modernas o patrimoniales- cuyo desarrollo se sustenta en la creatividad a través de la música, la artesanía y las artes populares, el diseño, el cine, la literatura, las artes digitales o la gastronomía.
Según directivos de la Unesco, estas localidades, cada una a su manera, hacen de la cultura no un accesorio sino un pilar de su estrategia, una muestra de innovación política y social y relevante aportación para las generaciones más jóvenes.
En la actualidad la villa, catalogada como el mayor Museo viviente de América, se viste de colorido y belleza, sus pequeñas y tortuosas calles empedradas recrean las obras de los de artesanos y artesanas.
Es común ver cómo nacionales y extranjeros interactúan con los creadores, interesados en conocer las técnicas, la destreza del tejido de guano o de seda, de los grabados en madera y las las obras moldeadas con barro rojo por los alfareros de la familia Santander, oficio presente desde 1724.
De las manos diestras de las bordadoras surgió «la trinitaria», una puntada tradicional que adorna guayaberas, vestidos, tapetes y minúsculos pañuelos, elementos de la lencería relevante en las labores de aguja.
Para especialistas de la Oficina del Conservador, la villa es centro en el país como promotora, a través de las dinámicas culturales, opción viable para garantizar la producción de bienes y servicios en función de mejorar la calidad de vida de la población.
En un recorrido por los telares y las áreas de oferta de estas creaciones, Prensa Latina evidenció los nuevos aires que se cultivan para mantener en pleno desarrollo el título de Ciudad Creativa.
En este empeño participan con iniciativas el Ministerio del Turismo y la Sucursal Extrahotelera Palmares, centros del sector estatal y los nuevos actores económicos con ofertas y productos alternativos.
Las principales arterias que conducen a la Plaza Mayor, a las plazoletas Jigüe, Amargura y Desengaño están colmadas de creaciones que hacen de esta villa colonial un monumento a la artesanía, a la inspiración de hacedores de ofertas para el disfrute personal y la utilería hogareña en Cuba. oda/rga