Pese a sus 34 años, el más joven en el cargo en la V República, Attal siempre fue considerado un aspirante de fuerza a dirigir el Gobierno desde el Palacio de Matignon, al igual que los titulares de Defensa, Sébastien Lecornu, y de Economía, Bruno Le Maire, pero en las últimas horas su nombre ganó protagonismo y el favor de las encuestas.
La renuncia de Borne, quien había llegado al cargo en mayo del 2022, no causa sorpresas en suelo galo, donde la figura del primer ministro si bien es clave en la política, es perfectamente sacrificable.
Cercana en el pasado al Partido Socialista, su mandato estuvo rodeado de polémica, por el uso en 23 ocasiones del artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar leyes sin el voto parlamentario, solo superada por las 28 de Michel Rocard (1988-1991), y por la adopción de las cuestionadas reformas a la jubilación y la inmigración.
Borne sí dejó Matignon con un récord de mociones de censura en su contra, alrededor de 30, aunque todas fracasaron, y como un logro de su gestión se cita la adopción de 41 proyectos de ley y de seis paquetes de medidas.
El presidente Emmanuel Macron agradeció anoche en las redes sociales la labor de su excompañera de equipo gubernamental y celebró su coraje, compromiso y la determinación de una mujer de Estado.
Desde la izquierda francesa abundan los pedidos al nuevo primer ministro, el cuarto en la era Macron (Édouard Philippe y Jean Castex estuvieron antes que Borne), incluyendo el reclamo del líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, de que se someta a un voto de confianza de la Asamblea Nacional.
Por su parte, el secretario nacional del Partido Comunista, Fabien Roussel, instó al nuevo jefe de Gobierno a comprometerse a no esgrimir el artículo 49.3 y a aceptar un encuentro para abordar la “realidad de los trabajadores del país”.
En la Constitución de la República se establece que el primer ministro dirige la acción del Gobierno, con la misión de ejecutar la política de la nación y un papel decisivo en la elaboración de leyes.
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