El tráfico ferroviario en el país está prácticamente paralizado, cuando más del 80 por ciento de los trenes de larga distancia fueron cancelados, el transporte de cercanías funciona de forma intermitente y los conductores de trenes de mercancías dejaron de trabajar.
Los sindicatos del sector exigen que los empleadores aumenten los salarios, así como una compensación adicional ante el aumento de la inflación.
Pero la dirección de los ferrocarriles, que también se enfrenta a fenómenos de crisis, hasta ahora solo está preparada para satisfacer parcialmente estas demandas, al aumentar temporalmente los sueldos en un 11 por ciento.
Además, los sindicatos quieren lograr una reducción de la jornada laboral de 38 a 35 horas semanales sin reducir los emolumentos.
La dirección del ferrocarril intentó impedir las protestas al acudir a los tribunales, lo que, sin embargo, permitió a los empleados defender sus derechos mediante una huelga.
Según los gremios germanos, si no se cumplen sus demandas llevarán a los trabajadores a nuevas protestas.
Por su parte, las autoridades observan desde la barrera el conflicto entre sindicatos y empresarios y piden a ambas partes encontrar una manera de volver a la mesa de negociaciones, mientras proponen a los pasajeros que rechacen viajar en tren.
De acuerdo con analistas locales, esto no será fácil, pues en el país todavía continúan las protestas de los agricultores y los conductores de vehículos pesados, y las carreteras de toda Alemania están bloqueadas por tractores.
Los manifestantes, cuyo número supera los 130 mil, exigen que el gobierno alemán devuelva los subsidios al combustible diésel para los trabajadores agrícolas, que Berlín abolió en aras del ahorro presupuestario.
Medios locales subrayan que la ola de descontento popular que recorre Alemania tiene una causa común relacionada con la incapacidad de los dirigentes para sacar al país de una crisis prolongada.
Según las encuestas de opinión pública, casi dos tercios de los alemanes están a favor de que el canciller federal, Olaf Scholz, deje su cargo y el 70 por ciento valora negativamente el trabajo de todo el gobierno.
El resultado de las actividades del Gabinete de Scholz en 2023 fue una recesión en la economía alemana.
Tampoco aumentó la popularidad del líder alemán el hecho de que, durante las protestas que conmocionaron a la nación, la canciller germana, Annalena Baerbock, afirmara la intención de discutir con los líderes de la Unión Europea el incremento del suministro de armas a Ucrania.
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