Desde la crisis sanitaria del Covid-19, la inflación en Francia se disparó del 0,5 por ciento al 5,2 por ciento registrado en 2022, un alza influenciada principalmente por la escalada de los precios de la energía derivada del inicio del conflicto bélico en Ucrania.
De acuerdo al informe, los precios de la energía subieron de media un 5,6 por ciento en 2023 (23,1 por ciento en 2022), mientras que los productos alimentarios experimentaron una subida del 11,8 por ciento (tras el 6,8 por ciento de 2022) y los productos manufacturados de 3,5 puntos (tres por ciento en 2022).
Diciembre ya marcó una tendencia hacia la desaceleración de los precios, con aumentos de precio continuados pero menos marcados, y las previsiones indican que 2024 seguirá esa misma línea reduciendo al 2,6 por ciento el indicador para el mes de junio, e incluso que los precios de los alimentos no se incrementen por encima de dos puntos.
La crisis inflacionaria «ha quedado atrás» en Francia, se regocijó hace unos días el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, sin embargo, admitió que los precios no volverían a su nivel anterior a la crisis, en particular debido al coste de la transición energética.
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