En grandes ciudades como París, Marsella, Lyon y Burdeos, y en muchas otras, los manifestantes desafiaron las bajas temperaturas en el primero de dos domingos consecutivos de movilizaciones contra la norma, la cual aún no ha sido promulgada por el presidente Emmanuel Macron en espera del dictamen del Consejo Constitucional, previsto el 25 de enero.
Banderas y pancartas dominaron por algunas horas el panorama en suelo galo, protestas convocadas por decenas de organizaciones sociales y sindicatos.
En las marchas abundaron las críticas al gobierno y los calificativos de racista a la norma adoptada el 19 de diciembre, tras un acuerdo entre el oficialismo y los conservadores, quienes negociaron en ventaja el texto para endurecer el tratamiento a la inmigración.
Se espera que la movilización del próximo domingo sea aún mayor, promovida por varios sindicatos, entre ellos los dos más grandes del país: la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación General del Trabajo (CGT).
Según diversas fuentes, el objetivo de las protestas es denunciar una ley que ataca los principios de la solidaridad, la libertad, la igualdad y la fraternidad, esgrimidos por Francia, y presionar al Consejo Constitucional para que declare la iniciativa contraria a la carta magna, algo improbable, aunque ese órgano sí podría censurar algunos artículos.
El texto genera polémica al ser considerado por la extrema derecha una victoria ideológica, con medidas como la imposición de un depósito de garantía a estudiantes extranjeros para poder ser aceptados en universidades de Francia.
También restringe la reunificación familiar, la regularización de trabajadores indocumentados y el apoyo a quienes residen legalmente, por ejemplo en materia de alojamiento, y llama a reformar la Ayuda Médica del Estado a personas “sin papeles”, beneficio que la derecha quiere eliminar.
Las de este domingo fueron las primeras marchas que enfrenta el nuevo primer ministro Gabriel Attal desde su llegada al cargo el pasado martes.
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