Prensa Latina, interesada en este acontecimiento, tuvo acceso a ejemplares del diario El Fénix, primer periódico espirituano, fundado por el matancero Domingo Devesa, el 3 de marzo de 1834, donde se recogen algunos apuntes sobre este evento taurino.
En una de sus ediciones dedica un artículo al “porvenir de la ganadería y sus fiestas atractivas” y ofrece la noticia de la primera celebración de la lid entre el animal y el hombre el 1 de julio de 1850.
María Antonieta Jiménez (Ñeñeca), historiadora de la cuarta villa patrimonial de la isla, afirmó que la huella andaluz presente también en la nacionalidad cubana, estuvo marcada en la villa espirituana por las corridas de toros hasta principio del siglo XX.
Relató que la Plaza de Toros estaba ubicada en el Acueducto Municipal de la ciudad, Monumento Nacional, uno de los lugares de recreo más hermoso surcado por el caudaloso Yayabo y con amplios bosques, de donde ser servía de agua la villa.
En esa lid salió como estrella al redondel con su traje de luces el mexicano José Vázquez, que fue vitoreado por su esposa, apodada La Pepilla, mientras le acompañaban como picadores Cenobio y un andaluz conocido por López.
Con los años y de la tradición oral se asegura que fue una corrida donde Vázquez demostró destreza con su capote carmesí, mientras su cuerpo se contoneaba con el del animal, hasta el suplicio, el golpe de espada.
Manzzantini el torero
En El Fénix del 11 de agosto y el 8 de septiembre, de ese año, da cuenta de otros dos torneos, la primera con el fin de beneficiar supuestas obras públicas fue considerada un fracaso por la poca asistencia al evento. Otro momento de presentación de la tauromaquia fue el 7 de septiembre de 1852, donde se presentó la cuadrilla de un torero conocido como el Tío Juan.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX se toreaba en cualquier época del año, y en diciembre eran los principales festejos para acompañar las festividades asturianas en el área del Acueducto Municipal.
El 10 de diciembre de 1852 arribaron a la ciudad los cuadrilleros para escoger los toros, de la finca Las Guásimas, que participarían en los programas de la fiesta.
Mientras el 13 de febrero de 1887 el diario la Fraternidad da la noticia del debut en la plaza de toros de Cienfuegos de una torera conocida como La Cordovesa y un niño a quien denominaban El Pequeño Mazzantini.
En Cuba existe una frase acuñada a partir de esa época que afirma: «Eso no lo hace ni Mazzantini el torero», aludiendo a la valentía de este hombre -considerado además buen mozo y elegante- cuando se enfrentaba al embravecido animal en cualquier plaza.
Otras localidades del país realizaban corridas, en Regla en La Habana, donde participan nueve hombres con los distinguidos denominados el Negrito y Tirabeque.
Estos espectáculos eran organizados y financiados por hacendados, comerciantes y otras personas pertenecientes a las clases pudientes.
En América, el toreo evolucionó de a caballo a formas novedosas como la monta, enlace de toros, rodeo y jaripeo, y se transformó en la isla en el deporte de los ganaderos.
mem/rga