El diestro pinareño, afectado por el fallecimiento de su esposa hace solo unos días, se encaramó en el montículo y lanzó nueve entradas completas para llevar a los Cazadores de Artemisa a empatar el duelo por la corona con los Cocodrilos matanceros, a dos triunfos por bando.
Su padre, llamado «El Señor Pelotero», está considerado entre los mejores de toda la historia beisbolera cubana y fue pieza clave en los triunfos alcanzados por su provincia Pinar del Río y el equipo nacional en las últimas dos décadas del siglo pasado.
Su hijo, que alcanzó este año las 100 victorias en Series Nacionales, salió este sábado a la arcilla del 26 de Julio y antes de lanzar la primera bola formó un corazón con sus manos y lo mostró al cielo en señal de compromiso y amor a su desaparecida pareja.
Con ventaja de 3-0 llegó al octavo capítulo, cuando sus rivales comenzaron a despertar de un letargo y le fabricaron un par de anotaciones con tres imparables y una base por bolas, que le removieron el montículo.
Nadie tuvo el valor de sustituir a un hombre que a esa hora lanzaba con toda la vergüenza que reunió dentro de su cuerpo para cumplir la promesa que hizo en el primer capítulo.
Al director Yulieski González ya no lo importó el resultado final, porque entendió que estaban en juego el honor y un grupo de valores humanos más importantes que cualquier victoria.
Casanova sacó el out necesario para cerrar la entrada y los tres siguientes, antes de romper en llanto y ser abrazado por compañeros y rivales, conmovidos por tanta grandeza, profesionalidad y entrega.
Los dioses beisboleros premiaron y dejarán que los mortales decidan mañana, pero este día estaba marcado por el destino.
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