La localidad del Espíritu Santo, Monumento Nacional, próxima a cumplir 510 años de su bendición por el padre Bartolomé de Las Casas, convertido en defensor de los indios, fue y es lugar medio de la Isla.
Prensa Latina en diálogo con Roberto Vitlloch, director de la Oficina del Conservador, afirmó que la plaza de frente al antiguo camino de El Príncipe (calle de Agramonte) con la vía Real (Independencia) que atraviesa la villa y articula con el Camino de La Habana, llegó ser el punto de unión de la vía central del país.
Ese lugar de los recuerdos es parte de su riqueza colonial. De una zona baldía, puro campo de esbeltas arboledas, se convierte en el siglo XVII en recinto de la ermita de San Juan Bautista.
Este templo de la religión católica estaba muy cerca de la Parroquial Mayor, que nace en el mismo lugar que ocupó un pequeño templo de madera al trasladar la villa a la vera del rio Yayabo en 1522. La obra fue inaugurada en 1680.
La iglesia que veneraba al religioso en el cristianismo, predicador ambulante judío contemporáneo de Jesús de Nazaret, en apenas dos siglos que se mantuvo en pie vio crecer a su alrededor palacetes y casas de hacendados y comerciantes.
La ermita por su tiempo y falta de atención se deterioró siendo demolida por Domingo Coroalles quien pagó para la ejecución de una casa de dos pisos, teniendo que hacer adaptaciones posteriores al resurgir restos de las personas inhumadas en el lugar.
María Antonieta Jiménez, Historiadora de la Ciudad, reseña que en ese sitio nació el 13 de abril de 1836 Manuel Coroalles Pina, patriota acreedor de la confianza del Apóstol de la Independencia, José Martí (1853-1895).
Una breve, pero intensa relación existió entre el también destacado médico y Martí, el más universal de los cubanos, quien catalogó a Coroalles como hombre de patriotismo y sensatez.
“El buen Coroalles”, con ese y otros calificativos se refirió a este hijo de Sancti Spíritus radicado en Panamá, desde donde prestó sus servicios a la Patria.
Una tarja, cerca de lo que fue el hogar del ilustre espirituano, señala lo siguiente: “Laboró con Martí, Gómez y Maceo por la independencia de Cuba”.
Al paso de los años la edificación de corte colonial con balcón enrejado y amplias puertas y ventanas tuvo otros dueños hasta pasar a manos de la Sociedad Mercantil de Fernández y Saén.
En la planta baja por Independencia radicó un comercio mixto y fue arrendada a la empresa Nueva Fábrica de Hielo. En 1959 se mantenía habitada la planta alta y se ofrecían otros servicios como almacén, un pequeño taller de reparación de zapatos, entre otros.
Las últimas fotos tomadas a este inmueble fueron en 1974 por Garal (Raúl García Álvarez) y datan del momento de su derrumbe, en horas de la tarde, cuando se ejecutaban por su estado de deterioro algunos trabajos de mantenimiento.
Actualmente la plazoleta de la Fundación luce bancos, jardín enrejado y una obra escultórica del artista Julio Neira: El Espíritu Santo, símbolo de la villa, representado en un ala de una paloma estilizada.
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