Cientos de tractores bloquean autopistas y accesos a ciudades, una medida de presión que crece a diario después de comenzar el jueves de la semana pasada con el cierre de la ruta A64, que enlaza a las sureñas ciudades de Toulouse y de Bayona (País Vasco francés).
Entre las denuncias de los campesinos están los bajos salarios, el impacto en su trabajo y su vida de la inflación, las normas europeas ambientales -que tildan de muy severas- y el alza del precio de combustibles, por lo que exigen al gobierno apoyo fiscal.
También demandan una moratoria en la prohibición de pesticidas, en particular del plan que prevé reducir para 2030 a la mitad su utilización, las restricciones al uso del agua y los controles “represivos” de la Oficina Francesa de la Biodiversidad.
Los bloqueos aumentan, con reportes de que casi todos los accesos a la sureña ciudad de Nimes están cerrados por tractores, al igual que en Lyon, mientras Burdeos, Estrasburgo, Rennes, Toulouse y otras grandes urbes registran el accionar de agricultores, con anuncios de que tienen a París en la mira.
El presidente de la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores de Francia, Arnaud Rousseau, adelantó que para el viernes 85 de los 96 departamentos metropolitanos serán escenario de medidas, sin descartar que lleguen a esta capital.
Tanto el presidente Emmanuel Macron como el primer ministro Gabriel Attal prometieron respuestas ante el malestar del campo, y se espera que algunas de ellas se informen hoy.
Attal se reúne este jueves con los ministros de Economía, Bruno Le Maire, Agricultura, Marc Fesneau, y Transición Ecológica, Christophe Béchu, para analizar la crisis.
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