Nuestra determinación es total, no queremos causar hambre a los franceses y sí alimentarlos, afirmó el presidente de la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores de Francia (Fnsea), Arnaud Rousseau, el principal gremio del sector y uno de los organizadores de las protestas que suman ya una docena de días.
El dirigente señaló a la cadena Cnews que las negociaciones con el ejecutivo prosiguen, después de tres horas de encuentro anoche con el primer ministro Gabriel Attal, reunión en la cual también participaron líderes de los Jóvenes Agricultores (JA), otro sindicato importante en los campos del país.
Mejores salarios, ayudas ante el impacto de la inflación, el combate a la competencia desleal con los productos agrícolas y moratorias o alivios en normas europeas ambientales, que consideran muy severas, están en el centro de las reivindicaciones.
Fuentes oficiales estimaron ayer en 10 mil los participantes, con cinco mil tractores, en bloqueos y otras acciones de presión.
La víspera, la portavoz gubernamental, Prisca Thevenot, aseveró que este martes se informarán nuevas medidas, después de que el movimiento tildará de insuficiente el paquete anunciado por Attal el pasado viernes.
Entonces, el primer ministro ofreció 50 millones de euros de asistencia a la filial biológica, la suspensión del alza del precio del combustible para tractores, la simplificación de trámites y la reiteración de que Francia no apoyará el acuerdo Unión Europea-Mercosur.
Una de las expectativas de la jornada es ver qué sucederá con el estratégico Mercado Internacional de Rungis, situado a una docena de kilómetros de esta capital, el cual prevén bloquear grupos de campesinos, pese a la advertencia del gobierno de que no lo permitirá.
Decenas de tractores se dirigen hacia la instalación –una de las más grandes de su tipo en el mundo- que suministra alimentos a París y otros departamentos, en medio del despliegue de policías y gendarmes apoyados por blindados ligeros.
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