De acuerdo con información de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), esa noche atravesará una corriente de polvo que proviene del cometa 21P/Giacobini-Zinner, descubierto en 1900, de la constelación boreal Draco, el Dragón, de ahí su nombre.
‘El ritmo lento de los meteoros Dracónidas los hace visualmente distintivos. Su suave deslizamiento a través del cielo es una vista hermosa’, señaló en un comunicado Bill Cooke, de la Oficina de Medio Ambiente de Meteoroides de esa agencia.
Detalló, además, que el punto radiante de la lluvia de meteoros casi coincide con la cabeza de la constelación del Dragón, en el cielo del norte, cerca de la constelación de la Osa Menor.
Estos meteoros vuelan en todas direcciones a través del cielo estrellado y este año la Luna no será un problema para la exploración, ya que estará fase de nueva y su brillo no perjudicará la observación de las Dracónidas, indicó la NASA.
Dicha lluvia suele ser modesta y genera unos 20 meteoros por hora, no obstante, en 2011 fueron contabilizados más de 600 por hora.
Para verla mejor es necesario un cielo bien oscuro, sin contaminación lumínica cercana; y conviene observarla en la dirección opuesta a la posición de la Luna, refieren los astrónomos.
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