La isla completó su segundo mes en este trascendental proceso: una sola moneda, el peso cubano, y un único tipo de cambio, 24 pesos por un dólar, aumento de salarios y pensiones, eliminación de los subsidios excesivos y gratuidades indebidas, y
en correspondencia incremento de los precios de todos los productos y servicios, excepto los dirigidos a grupos poblaciones vulnerables, entre ellos los niños.
Desde el 1 de enero de este año, cuando entraron en vigor todas esas medidas y otras que complementan este complejo cambio, el escenario económico es más dinámico y complicado para los cubanos en un andar indetenible e irreversible.
Varias son ya las acciones en marcha, la descentralización de los precios mayoristas y minoristas, solo un grupo de ellos quedaron bajo la responsabilidad del Estado cubano, para darle más potestades a los gobiernos provinciales y municipales, y modificaciones en los costos de acopio de productos agropecuarios.
Otros ajustes decretados por el Grupo Temporal Central, que sigue la marcha del ordenamiento monetario, se dirigieron a la revisión de los precios de medicamentos no controlados ni complementarios, por lo que un total de 37 de ellos retomaron los valores minoristas anteriores al ordenamiento monetario.
Asimismo, se aprobó el perfeccionamiento y ampliación del trabajo por cuenta propia (sector privado), y eliminaron restricciones en beneficio de los más de 600 mil trabajadores que lo ejercen, el 13 por ciento de las personas empleadas en el país.
La decisión adoptada excluyó el anterior listado de 127 actividades para su ejercicio y se decretaron más de dos mil ocupaciones permitidas, con apenas 124 prohibidas o limitadas parcialmente.
Como ha explicado el viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil, el mayor reto que tiene Cuba con el ordenamiento monetario es el incremento de la eficiencia, para, a partir de ahí, hacer los ajustes necesarios, siempre sobre la base de fundamentos económicos y los criterios y opiniones de la población.
Por eso los más recientes ajustes y medidas adoptadas validan esos principios con el ánimo de rectificar el rumbo trazado por ese complejo y transversal proceso con el propósito de poner al país en condiciones de generar mayores riquezas, impulsar la economía y hacerla más eficiente.
Todo ello ratifica la complejidad del ordenamiento monetario que implica a todos los sectores económicos y sociales de la nación, y aunque por años centró el interés de autoridades y organismos decisores, su implementación requiere de la mayor atención y ocupación para ajustar muchos elementos en favor del avance de la economía.
Se trata de transformaciones necesarias para que haya más eficiencia en la empresa estatal y las formas no estatales de gestión (sector privado y cooperativo) en aras de que sean un real complemento económico.
Queda mucho por hacer y lograr, porque el ordenamiento es parte de la actualización del modelo económico cubano y social y la vía para eliminar todas las trabas al sector productivo, para lo cual se emitieron 43 medidas que facilitarán su autonomía y desarrollo.
Es igualmente el camino para impulsar el encadenamiento y avance de la industria nacional, el estímulo a las exportaciones y sustitución de importaciones, generar más riquezas y con ello distribuir más utilidades en beneficio de los trabajadores.
También le toca al ordenamiento propiciar facilidades a la inversión extranjera y la exportación, que redunden en mayor entrada de divisas al país, así como también estimular iniciativas y proyectos de desarrollo local con el fin de crear nuevas fuentes de empleo y aportes a la sociedad.
Son solo 60 días y a una reforma tan trascendental para Cuba le queda mucho por demostrar y hacer desatar a las fuerzas productivas e incentivar la actividad laboral directa a la producción, y dentro de ella, impulsar la productividad, y alcanzar la eficiencia económica que demanda el país.
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