Durante las distintas jornadas de intercambio, debate científico, presentaciones de libros y exposiciones de artes plásticas, amigos, intelectuales y promotores culturales dejaron disímiles mensajes de solidaridad y hermandad en el perfil de la Casa de Iberoamérica en la red social Facebook.
Uno de ellos fue Pocho González, quien desde Córdoba, Argentina, recordó su primera vez en la Fiesta en 1995, «año a partir del cual he podido asistir en muchísimas otras oportunidades y volveré a compartir con ustedes del calor fraternal que siempre ha unido a los pueblos cubano y argentino».
Por su parte, Eduardo Ávila, presidente del comité organizador y director de la casa, hizo referencia a la añoranza por el reencuentro y la oportunidad de dar el habitual abrazo a cada una de las delegaciones, que año tras año llegaban hasta esta ciudad, ubicada a unos 700 kilómetros de La Habana.
Asimismo, resaltó que a pesar de las dificultades y efectos por la Covid-19, «mantuvimos los deseos y pudimos, a través de las plataformas digitales, estar cerca y compartir las tradiciones culturales de las naciones de Iberoamérica».
Esta edición del evento celebró los aniversarios de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas, y los 30 de la brigada de Solidaridad con Cuba Juan Rius Rivera, de Puerto Rico.
De igual forma, rindió homenaje a los centenarios del Instituto Latino de la Música y del natalicio del poeta cubano Cintio Vitier, cuya obra y legado fue analizado por artistas e intelectuales en el panel Permanencia del Mundo Moral.
También, desde el marco de la Fiesta, la Casa de Iberoamérica expresó su apoyo al desarrollo de la 14 Bienal de la Habana, ante los intentos de boicotear ese importante evento de arte contemporáneo en Cuba.
La Fiesta de la Cultura Iberoamericana se desarrolló por primera vez en 1993, por iniciativa del entonces ministro de Cultura Armando Hart, ante el desarrollo de las relaciones de Cuba con las naciones de esa región.
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