Por la pandemia de la Covid-19, solo mil 200 personas y 60 grupos de artesanos participan este año en la fiesta que exalta 43 años de cultura y arte; sin embargo, el concurso llega hasta los hogares mediante las redes sociales y la cuenta del Comité Permanente de Barriletes.
El Día de Todos los Santos, tanto en Santiago como en Sumpango Sacatepéquez, tiene lugar uno de los jolgorios más concurridos de esta nación, pues según la cosmovisión maya, las almas de los antepasados son liberadas por 24 horas para volver a sus hogares.
De ahí que con la salida del sol las familias esparcen flores en las casas y colocan ramilletes en sus ventanas para guiar a las ánimas muertas en el camino de vuelta.
El lazo de comunicación son espectaculares cometas que se construyen casi exclusivamente de bambú y papel de seda con varios meses de anticipación para determinar el tamaño, diseñar los adornos y motivos diferentes.
Lo que más llama la atención es que no es una celebración luctuosa, sino una gran fiesta, con música fuerte para que los difuntos la oigan, bailes y mucha comida, entre todas, el típico fiambre, especie de ensalada.
Mantener los barriletes en el aire y a la mayor altura posible es el reto, pues en las largas colas de tela tejida van notas o telegramas para sus difuntos.
Los más grandes pueden llegar a medir hasta 15 metros de diámetro, por lo que esperarán por la calificación de los jueces, según sus temas de impacto cultural, social o político.
En Sumpango, la leyenda cuenta que el camposanto de la localidad, el Día de Todos los Santos, era invadido por espíritus malignos que llegaban para maltratar a las buenas ánimas.
Los pobladores consultaron a los brujos y curanderos y estos les aconsejaron que la única forma de alejarlos era hacer que el viento chocara contra pedazos de papel.
De esa forma, el ruido los ahuyentaría de inmediato y así nació la tradición de construir hermosos barriletes mantenida en el tiempo por los vecinos.
En octubre de 1998, el Ministerio de Cultura y Deportes declaró el Festival como Patrimonio Cultural de Guatemala y recién presentó ante la Unesco la nominación de su técnica para integrar el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, supo describir genialmente la esencia de esos Volantines y su cosmovisión:
«Acaba la estación de las lluvias, el tiempo refresca, en las milpas el maíz ya se ofrece a la boca. Y los vecinos del pueblo de Santiago Sacatepéquez, artistas de las cometas, dan los toques finales a sus obras.
«Son todas diferentes, nacidas de muchas manos, las cometas más grandes y más bellas del mundo.
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