En enero de 1960 India abrió su embajada en La Habana, pocos meses después de una visita a esta nación surasiática del Comandante Ernesto Che Guevara, y entre su personal destacó Neelam, quien contaba entonces con 24 años de edad.
El legendario querrillero viajó a Nueva Delhi al frente de una pequeña delegación durante una gira por África y Asia el propio año 1959 del triunfo de la Revolución cubana.
Che se reunió con el primer ministro de la India, Jawaharlal Nehru, en su oficina residencial de Teen Murti Bhavan y allí acordaron abrir misiones diplomáticas en las respectivas naciones.
Aquél hecho propició que Neelam se convirtiera en la primera mujer de la India en ostentar un cargo diplomático en Cuba.
Nos cuenta que llegó por primera vez a La Habana junto a su esposo, el encargado de negocios Surbir Jit Singh Chhatwal, sin conocer casi nada acerca de los cubanos ni tampoco un ápice del idioma español.
Allí encontró costumbres muy diferentes a las de su pueblo, pero las asimiló tras el normal proceso de adaptación que vencen algunos extranjeros que viven determinado tiempo en la isla.
Y aunque su estancia de dos años y un semestre no parecen hoy en la distancia del tiempo como un periodo muy prolongado, Neelam interiorizó pronto una cultura y una forma de vida desconocidas, y al final -como ella misma nos narra- se adaptó al espíritu y la generosidad de los cubanos.
‘En Cuba aprendí a apreciar más las cosas, a crecer, a vivir cada detalle de todo lo que me rodeaba’, afirma.
Ese aprendizaje me sirvió luego de mucho para mis posteriores misiones diplomáticas en otros lugares distantes de mi país como Australia y Canadá, entre otras naciones, agrega.
La gente me preguntaba con frecuencia cómo podía resistir tanto las dificultades que siempre nos plantea la vida. Y yo les decía: Ah, son las enseñanzas de vivir junto a los cubanos, nos respondió Neelam cuándo le preguntamos sobre lo que le valió aquella experiencia en la isla caribeña.
En La Habana Neelam tuvo a su primer hijo, una hermosa niña a la cual puso el nombre de Ritu pero a quien todos sus conocidos le llaman desde entonces ‘la cubana’, pues el hecho de nacer en La Habana plasmó para siempre en todos sus documentos a la capital de Cuba como su lugar de nacimiento.
Neelam recordó la visita que un día le hizo el Che a su casa, interesado en saber cómo seguía de salud la pequeña recién nacida.
Y una vez de regreso a su país y pasados muchos años, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, quien visitó en Nueva Delhi a su amiga la primera ministra, Indira Gandhi, al pasar cerca de Neelam se detuvo unos instantes para preguntarle cariñosamente: ¿Y cómo está la cubana?
La propia Gandhi quedó gratamente sorprendida por aquél gesto tan familiar de Fidel, de recordar y saludar a alguien aparentemente desconocido y luego de pasar tantísimos años.
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