Para el Sur global se trata de una muy buena noticia, que les brinda la esperanza de poder ver el fin del impacto de la pandemia mucho más rápido que si dependieran de las grandes farmacéuticas internacionales, aseguró Yaffe en entrevista telefónica con Prensa Latina.
De acuerdo con la profesora de Economía e Historia Social de la Universidad de Glasgow, el tema cobra importancia especial tras reportes de que la empresa estadounidense Pfizer le exigió a Argentina, Brasil y otros países la entrega de activos soberanos como pago colateral por su vacuna contra la Covid-19.
Para Yaffe también resulta interesante la reciente cobertura que hicieron varios grandes medios de prensa capitalistas sobre el inicio de la última fase de ensayos clínicos de dos de los cinco candidatos vacunales contra la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Es como si de pronto se dieran cuenta de que Cuba tiene una industria biotecnológica increíble y de nivel mundial, comentó la experta en temas cubanos y latinoamericano.
La autora de ‘We are Cuba! How a Revolutionary People Have Survived in a Post-Soviet World’ (Somos Cuba! Cómo un pueblo revolucionario sobrevive en un mundo possoviético) y otros libros sobre la isla caribeña asegura, sin embargo, que para los países del Tercer Mundo la noticia no causa sorpresa alguna.
En el Sur global conocen muy bien los avances de Cuba en este sector, porque desde mucho antes de la pandemia la isla exporta sus productos biotecnológicos a 49 países, y cuenta con nueve empresas mixtas en al menos nueve de estos, remarcó.
También recordó que más de 400 mil profesionales de la salud cubanos han prestado servicios en decenas de naciones pobres o en vías de desarrollado desde el triunfo de la Revolución en enero de 1959.
En opinión de la académica, las vacunas revisten, además, una gran importancia para Cuba porque le garantizan acceso a un producto que, de otra forma, quizás le hubiese estado vedado, no solo por su alto costo en el mercado internacional, sino también por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.
La gran interrogante aquí es si Cuba pudiera acceder a una vacuna producida por una farmacéutica estadounidense o por alguna de sus subsidiarias en el mundo, señaló.
Yaffe apuntó, además, que un país bloqueado y sin acceso a líneas de crédito y financiamiento, como es el caso de la isla caribeña, tampoco podría pagar el precio de entre 10 y 35 dólares por dosis que exigen las farmacéuticas.
Es por eso que una de las vacunas se llama Soberana, porque le ofrece la independencia y la oportunidad a Cuba de garantizar la salud y el bienestar de su población y de otras naciones del Sur global, e incluso de países desarrollados como Estados Unidos, en caso de solicitarlas, recalcó.
nm