Las antigüedades recuperadas fueron saqueadas por los terroristas de las ruinas de la antigua ciudad de Palmira, ubicada en el centro de Siria e inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980.
El delegado sirio ante la Oficina de las Naciones Unidas y Organizaciones Internacionales en Ginebra, Husam Eddin Ala, recibió las piezas y afirmó que este logro fue la culminación de grandes esfuerzos diplomáticos y judiciales.
A su vez, la ministra de Cultura Lubana Mushawah, dijo que las piezas consisten en dos grandes tablas de piedra con grabaciones de una estatua, una cabeza de león y decoraciones artísticas, y una estatua de la cabeza de un sacerdote.
Ningún museo puede conservar las piezas robadas porque existen leyes internacionales que lo impiden, y Siria dispone de documentos que prueban su propiedad de muchas antigüedades contrabandeadas, aclaró la titular en declaraciones a la emisora local Sham FM.
Reveló que no es posible estimar con precisión la cantidad de antigüedades robadas del país, y se coopera con el Interpol para dar seguimiento a este tema.
En declaraciones anteriores a Prensa Latina, el director de Antigüedades y Museos del país, Nazir Awad, dijo que más de 40 mil objetos antiguos robados durante diferentes momentos de la guerra fueron devueltos a museos de Siria.
Reconoció que la tarea de recuperación es complicada, larga y necesita diplomacia y leyes, y ante todo, credibilidad y cooperación de los países donde han parado esas piezas.
Con más de siete mil años de historia antes de nuestra era y sucesivas civilizaciones, esta nación era hasta el 2011, fecha del estallido de la guerra, el destino de cientos de los más conocidos arqueólogos y expertos en el mundo.
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