Este nuevo pacto está orientado a las necesidades de ambos países y moderniza el marco normativo vigente desde la década de los 90 del siglo pasado, centrado particularmente en la liberalización arancelaria.
Según Allamand, el acuerdo contempla disposiciones tendentes a aumentar el comercio y a favorecer la generación de empleo, lo cual incidirá en la reactivación económica pospandemia, además de incorporar materias como género, asuntos laborales y medioambiente.
Con su firma se cierra un proceso de negociaciones que Chile ya llevó a cabo de manera exitosa con otros países del Mercado Común del Sur: Uruguay, Argentina y Brasil.
Durante la ceremonia, efectuada en la sede de la Cancillería chilena, fueron rubricados también cinco instrumentos bilaterales referidos al reconocimiento recíproco y canje de licencias de conducir; así como a la cooperación en defensa, lucha contra la trata de personas, telecomunicaciones, economía digital y academias diplomáticas.
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