El premio Nobel a la brigada Henry Reeve podría ser un reconocimiento a esta labor humanitaria, a la cooperación y la amistad que brindan esos profesionales, que constituye el mejor camino para la convivencia, la paz y el desarrollo en el mundo, dijo la historiadora en conversación con Prensa Latina.
Castor señaló que a diferencia de la cooperación tradicional, que es ‘muy vertical, muy colonial’, la actuación de la brigada cubana desde su nacimiento suscita la fraternidad y el humanismo, y además no se impulsa desde un país sin problemas.
No dan lo que les sobra en una cooperación –apuntó-, sino al contrario, es un país, más en estos últimos tiempos, que ha sido acechado, agredido por todos los medios para ver como reducirlo, para interrumpir su proceso, ‘pero pese a ello, ayuda’.
En Haití la brigada Henry Reeve se desplegó en cuatro ocasiones. Primero tras el terremoto de 2010 que cobró más de 300 mil vidas, y durante la siguiente epidemia de cólera que segó otras 10 mil.
Luego del huracán Mathew en 2016, también llegó al país un contingente de médicos cubanos, y cuando debutó la pandemia de la Covid-19, una veintena de especialistas trabajó por más de seis meses en el principal hospital de Puerto Príncipe.
Para la historiadora, una de las principales características de la colaboración cubana es el aspecto humano, la preocupación por el ‘otro’, que tiende puentes.
No solamente Cuba manda a profesionales de alto rango en cuestiones de desastres, epidemias o pandemias, señaló Castor, sino que permitió a muchos países formar médicos, ‘y eso es importante porque son nacionales que nunca podrían tener medios para poder realizar estudios’, manifestó agradecida.
‘Nosotros estamos muy orgullosos de ver que Cuba, que sentimos tan nuestra, también está llevando esta filosofía de ayuda, porque Cuba ha tendido puentes y eso es crucial en un mundo tan dividido’, concluyó.
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