En el ámbito que acogió el histórico acontecimiento una ofrenda floral en nombre del pueblo de Cuba patentizó el homenaje al gesto de coraje y rebeldía de quienes no se conformaron con una caricatura del fin de las hostilidades, sin independencia verdadera ni abolición de la esclavitud.
Como cada año, se dieron cita en el lugar diversas generaciones de cubanos, unidos por la admiración al Titán de Bronce y sus seguidores, inmortalizados en un obelisco que desde 1930 se yergue hacia lo alto para la eterna veneración de sus compatriotas.
El 15 de marzo de 1878, durante una entrevista sostenida en el lugar por Maceo con el general español, Arsenio Martínez Campos, quedó clara la intransigencia e inconformidad del jefe insurrecto con lo pactado en El Zanjón apenas un mes antes.
Ese acuerdo fue inadmisible para quienes, desde los campos cubanos, mantenían incólume la voluntad por la liberación definitiva de la Isla y estaban dispuestos a proseguir las acciones bélicas.
El 19 de febrero del 2000, con el Juramento de Baraguá proclamado desde el emblemático sitio y en medio de complejas circunstancias por la hostilidad estadounidense, de nuevo los cubanos patentizaron la continuidad del proyecto de soberanía iniciado desde las guerras del siglo XIX contra España.
mem/mca