Sabemos que el país cuenta con diplomáticos reconocidos mundialmente por sus capacidades de análisis, anticipación y resolución de crisis, pero también por el humanismo.
Sin embargo, por ignorancia o desinterés del Eliseo, la voz de Francia en América Latina y el Caribe no está a la altura de los desafíos y de los peligros, tampoco es una fuente de esperanza para miles de mujeres y hombres que han sufrido durante varios años el peso de las políticas neoliberales y la violencia ejercida por gobiernos neoconservadores.
Hace 40 años, cuando los dictadores tenían las manos manchadas de sangre, los pueblos de América Latina podían contar con una Francia solidaria, humanista y consciente. Era la Francia de Mitterrand.
Actualmente la estrategia de Emmanuel Macron con la región es inexistente, lo que representa un verdadero retroceso respecto al historial diplomático de su antecesor. De hecho, con casi 10 viajes presidenciales a América Latina, François Hollande colocó a Latinoamérica en el centro de la acción de su política exterior.
Uno de los puntos principales de su mandato fue la visita oficial a La Habana como primer jefe de Estado europeo en visitar la Isla en décadas. Francia fue audible, proactiva, estuvo presente.
Durante varios años, la situación en América Latina se ha deteriorado profundamente. La llegada al poder de gobiernos neoconservadores significó, y en algunos casos todavía significa, un regreso al punto de partida después de varios años de progreso social.
Gobiernos como los de Jair Bolsonaro (Brasil), Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile) o Lenín Moreno (Ecuador) imponen un liberalismo económico decimonónico y abogan por la atomización del Estado en detrimento de los más vulnerables en una región que sigue siendo una de las más desiguales del mundo.
SITUACIÓN POLÍTICA CAMBIA EN AMÉRICA LATINA Aunque afortunadamente, la situación política cambia en algunos países, en particular en Argentina y recientemente en Bolivia con las victorias de Alberto Fernández y Luis Arce, respectivamente.
Pero, ¿dónde estaba Francia cuando estalló la crisis social en Chile, en octubre de 2019, dejando una treintena de muertos y más de tres mil 500 heridos, sin mencionar el descenso de tanques militares en las calles de Santiago que recuerdan las horas oscuras de 1973? El país aún cuenta con varias decenas de presos políticos.
¿Dónde estaba Francia cuando ocurrió el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, que dejó numerosas víctimas mortales y decenas de heridos? ¿Dónde está Francia para condenar las repetidas masacres contra líderes campesinos y/o ambientalistas en Colombia, Brasil y Centroamérica?
¿Dónde está Francia para exigir el respeto del Acuerdo de Paz de La Habana entre el Estado colombiano y la exguerrilla de las FARC-EP?
Ya basta de políticos que prefieren hacer la vista gorda en nombre de intereses económicos y financieros que benefician a las élites. La política exterior de Francia merece algo mejor que una simple balanza comercial.
En Latinoamérica hay un estribillo popular: ‘el que calla, otorga’. áSilencio es igual a consentimiento! Es cierto que condenar al gobierno chileno de Sebastián Piñera por violaciones a los derechos humanos, cuando Francia fue condenada por violencia policial por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, no habría tenido sentido.
INCAPAZ DE EJERCER UNA DIPLOMACIA HUMANISTA
Aquí es donde hoy se encuentra el gobierno de Macron, con incapacidad de ejercer una diplomacia humanista y coherente con los derechos humanos.
También está la cuestión venezolana. Una solución diplomática es el único camino posible, y este no pasa por el reconocimiento de un ‘presidente interino’ para forzar Nicolás Maduro hacia la salida.
Cuando Francia optó por alinearse con los Estados Unidos de Trump en un tema tan delicado, ignoró la historia del país de Bolívar, no midió los riesgos, no quiere ver las consecuencias de tal aventura.
Esta arrogancia occidental hacia el Sur de nuestro mundo, desobedeciendo los principios rectores de la comunidad internacional, resulta una imperdonable pérdida de tiempo para la crisis que vive Venezuela.
En un momento como el vivido por muchos pueblos latinoamericanos, lo que cabe esperar es apoyo a las poblaciones afectadas, fuertes condenas diplomáticas, el establecimiento de mecanismos y alianzas para encontrar salidas creíbles a las crisis. Muchos serán aquellos en América Latina que no olvidarán los silencios a conveniencia.
arb/pl
*Experto francés en cooperación internacional y especialista en América Latina