Cerca del núcleo principal de la comunidad, estaban dos humildes bohíos donde vivían las familias de Pilar y Rogelio, y de Francisca y Carlos, que también concluían la cocción de los alimentos de lo que sería una histórica Nochebuena.
“De pronto sentimos un ruido y vimos, un poco distante, como una estrella que bajaba del cielo, Después nos enteramos que era un helicóptero, pero nosotros no sabíamos nada en un principio”, comentó a Prensa Latina Haydee García, quien a la sazón tenía nueve años de edad.
Haydee, hija de Pilar y Rogelio, y la cuarta de siete hermanos, rememoró años atrás que primero llegó Antonio Nuñez Jiménez, quien preguntó si Fidel podía cenar con los carboneros y sus familiares, “y por supuesto nuestros padres y vecinos le dijeron que sí”.
“Fidel llegó al rato, calculo serían las ocho de la noche, y todos corrimos a saludarlo, abrazarlo”, comentó emocionada nuestra interlocutora, quien conservaba nítidos los recuerdos.
“Le preguntó a los niños que si íbamos a la escuela y nos dijo que les enseñáramos las libretas. Nosotros, apenados, bajamos la cabeza y le dijimos que a veces no íbamos a clase porque no teníamos zapatos”, evocó la cenaguera.
Fidel –añadió- “nos escuchó atentamente y le dijo a mi madre: usted va a ver que a partir de ahora van a tener zapatos los muchachos, van a ir a la escuela y aquí van a entrar las guaguas (ómnibus) y se van a construir caminos”.
“Hay que recordar que antes de la Revolución las embarazadas y los enfermos se morían, porque no había cómo sacarlos hacia un hospital o un centro médico, por la falta de vías de comunicación en esta región inhóspita”, precisó Haydee.
Al cumplirse medio siglo de aquella memorable jornada, el artista de la plástica Kcho habilitó, en el propio lugar del trascendental encuentro, el Memorial Biblioteca 50 Aniversario de la Cena Carbonera con Fidel.
Está compuesto por dos casuchas cada una con dos habitaciones, pocos muebles, lo indispensable para cocinar y fregar, con pisos de tierra, paredes de tablas de palma y techo de pencas de guano; la imitación de un horno de carbón, y la biblioteca.
“Fui creciendo y la Revolución me dio la posibilidad de estudiar, trabajé en comercio y salud, siempre con Fidel presente en mi corazón, él nos dio todo a los cenagueros”, comentó en su momento Haydee.
rgh/wap