Se trata de un área de especial interés para los amantes de la naturaleza, a partir de estar en la zona de la playa de Varadero, el balneario más importante de este archipiélago.
Durante un viaje de Prensa Latina por el lugar se comprobó que abunda allí el hicaco (planta característica de la zona a la que debe su nombre la península), muy apreciada por el sabor de su fruto de color blanco.
También aparecen especies autóctonas como los mangles y los matorrales de costa y destaca especialmente un cactus conocido como El Patriarca con una edad de entre 500 y 600 años, que lo acreditan como el ejemplar botánico vivo más antiguo de Cuba.
La reserva de Varahicacos es también un excelente lugar para el avistamiento de aves tanto terrestres como acuáticas, migratorias y endémicas.
Al recorrer sus senderos, es posible hallar reptiles como las iguanas, lagartos y lagartijas de arena, todos pobladores originarios de la península.
Por su parte, en las aguas de la zona aparecen arrecifes coralinos repletos de peces de colores, bivalvos, crustáceos y tortugas marinas.
Muy cercana se encuentra la cueva de San Ambrosio, transitable en varios tramos de sus galerías.
Una de ellas, con longitud aproximada de 20 metros, conduce hasta el Salón de las Claraboyas, llamado así por 10 aberturas en el techo por donde penetra la luz solar, lo que le confiere a la cueva un clima absolutamente seco, diferencia con las restantes cavernas de Cuba.
Varahicacos es accesible desde la mayoría de los alojamientos en Varadero, por lo que además de ese balneario ser clave en cuanto a los viajes de sol y playa, también representa un escenario perfecto para las vacaciones activas de cara a la naturaleza y las aventuras. oda/rfc