La cultura, escudo y espada de la nación, tal como la definiera el Héroe Nacional, José Martí, volvió al centro de la dinámica en esta ciudad cuyo centro histórico es Patrimonio de la Humanidad, y donde sus más grandes espacios dedicados al arte abrieron sus puertas tras una larga pausa provocada por la Covid-19.
Durante el recién fin de semana diversas obras como Luz Café, o Pastel de Chocolate, llegaron a los escenarios más tradicionales como el teatro Avellaneda, piezas que contaron con el protagonismo de compañías protagonizadas por la nueva generación, como la Teatral Danzaria Andariega.
Precisamente el arte de las tablas, capaz de exponer una narrativa actual de la sociedad, tiene en obras como Y ahora qué…, de Teatro del Viento, la posibilidad de expandirse en el público y alimentar las más diversas perspectivas y posibilidades de análisis, y lecturas.
En declaraciones al portal digital Cadena Agramonte Kenny Ortigas, presidente del Consejo de las Artes Escénicas en esta región, comentó que “el teatro está teniendo un momento de auge”.
La tercera urbe más poblada de la isla acoge tradicionalmente en el mes de noviembre el Festival Nacional de Teatro, afectado en sus últimas ediciones por la pandemia, sin embargo, esta manifestación artística sigue vigente.
A la memoria de los sangrientos sucesos acontecidos en el teatro Villanueva, el 22 de enero de 1869 en La Habana, el grito contra la metrópolis española “¡Viva la caña que produce la tierra!”, convierte a la Jornada por el Teatro Cubano en una señal de libertad e independencia en la mayor isla del Caribe.
En aquella jornada un grupo de voluntarios al servicio del gobierno de España protagonizó uno de los actos más violentos contra quienes enarbolaron la bandera cubana, y apoyaron la obra Perro huevero aunque le quemen el hocico, del dramaturgo Juan Francisco Valerio, presentación que pretendía recaudar fondos para la insurrección a favor de la primera gran gesta revolucionaria en Cuba.
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