El avance de las cepas mutantes del coronavirus SARS-CoV-2, que representan ya el 75 por ciento de los contagios durante la pandemia en el país de 67 millones de habitantes, llevó al gobierno a decretar el nuevo cierre por al menos cuatro semanas, anunciado el jueves por el primer ministro, Jean Castex.
La tensión en los hospitales y el riesgo de colapso en los servicios de cuidados intensivos explica el confinamiento en vigor desde este sábado en los ocho departamentos de Isla de Francia, donde se ubica París, cinco de Alta Francia, Sena Marítimo, Eure y Alpes Marítimos, el único territorio sureño, ya que el resto pertenece al norte galo.
El ejecutivo vigila en total a 23 departamentos por el deterioro de la situación epidemiológica, lo cual sugiere que la lista de confinados pudiera aumentar en los próximos días.
A diferencia de las cuarentenas generales del año pasado, en esta ocasión las personas concernidas tienen libertad de movimiento en un radio de 10 kilómetros, siempre con un salvoconducto autofirmado para justificar la salida de casa, pero sin límite de tiempo.
Castex insistió en que la política de ‘cerrar sin encerrar’ no significa una invitación a realizar actividades en grupo al aire libre, sino la posibilidad de tomar aire, hacer ejercicios y pasear en un marco de respeto a las normas de distanciación social.
Después de descartar un nuevo confinamiento, el gobierno cedió ante la presión en los hospitales por el avance de la Covid-19, un escenario particularmente crítico en las regiones de Isla de Francia y Alta Francia, donde autoridades decidieron el traslado de pacientes graves a territorios con menos incidencia.
Además del tercer cierre en 16 departamentos, entraron en vigor la prohibición de viajar entre regiones y el toque de queda nacional a partir de las 19:00, hora local, en lugar de a las 18:00, como sucedía desde el 15 de diciembre.
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