El canciller federal Olaf Scholz se declaró partidario de la inmunización forzosa, pero declinó promulgar una ley a través del gabinete y en su lugar pidió que los legisladores del Parlamento presentaran sus propias propuestas.
Tal acción sirvió de pretexto a la oposición conservadora que arremetió contra el ejecutivo, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, por su “falta de liderazgo”, al delegar en el legislativo la responsabilidad de impulsar la vacunación masiva.
Pero esa controversia forma parte de un debate más amplio en el país mientras Scholz pidió a los parlamentarios presentar sus propias propuestas para luego someterlas a una votación en la que no regirá la disciplina partidaria.
En ese contexto la tasa de infección por el virus SARS-CoV-2 se disparó aquí debido al rebrote de la enfermedad con preponderancia para la variante Ómicron, aunque la cuota de ingresos hospitalarios solo aumentó lentamente, según las autoridades sanitarias.
Ante esa realidad, los trabajadores de la salud tienen hasta mediados de marzo para vacunarse, y de no ser así podrían perder su empleo.
Pero el primer ministro del Estado federado de Baviera, Markus Söder, figura influyente a nivel nacional como líder de la conservadora Unión Social Cristiana, afirmó que no aplicará plenamente esa ley por considerarla “poco eficaz”.
Söder abogó en cambio por un programa de vacunación obligatoria más amplio, pero sus comentarios no gustaron al ministro de Salud Karl Lauterbach.
En tanto el titular de Justicia Marco Buschmann señaló en Twitter que cuando los gobernantes empiezan a elegir qué leyes cumplir y cuáles ignorar, la tiranía no está lejos.
La controversia dentro de las propias filas de la coalición sucede en medio de una serie de manifestaciones que, según analistas, atraen sectores tan diversos como los naturalistas, los neonazis y los ciudadanos comunes.
El movimiento de protesta adquirió fuerza a nivel federal y movilizó a decenas de miles de personas en marchas semanales por ciudades y pueblos, en un país con una tasa de vacunación que apenas supera el 74 por ciento, según estadísticas oficiales.
La nación además posee la mayor proporción de personas sin inmunizar entre los Estados de Europa occidental.
Por otra parte, la “resistencia organizada contra las vacunas” aquí se considera como la más fuerte de todo el continente y elevó el protagonismo del partido Alternativa por Alemania, una fuerza política de ultraderecha caracterizada, además, por su postura antiinmigrante.
Como telón de fondo están los 11 millones de casos de Covid-19, detectados aquí desde el comienzo de la pandemia en 2020, según cifras del Instituto de virología Robert Koch, números que se cuentan entre los más elevados en el viejo continente.
oda/to/ehl