Precisamente el pasado jueves, el vice primer ministro, Alejandro Gil Fernández llamó a que el 2022 sea un año de estremecimiento de esas entidades, porque “tenemos problemas objetivos, de bloqueo, falta de divisas y de infraestructura, pero también muchas potencialidades y reservas sin explotar”.
Es sin dudas la mayoritaria fuente de riqueza, bienestar y prosperidad de la sociedad cubana, ha sido objeto de los principales cambios y medidas económicas y organizativas en la última etapa, como debe ser para el propietario de los medios fundamentales de producción y servicios en el socialismo.
Pero como afirmó el también ministro de Economía y Planificación, durante una comparecencia televisada, todavía existen muchas debilidades e insatisfacciones a pesar de haber dotado a la empresa estatal de más autonomía y otras muchas flexibilidades en la toma de decisiones para avanzar.
Sin embargo, la respuesta aún no alcanza la velocidad requerida aun cuando cuenta con herramientas suficientes para hacer profundas transformaciones, condiciones no aprovechadas para aplicar con agilidad las decisiones adoptadas y hacer las cosas diferentes.
Al respecto, Gil explicó que se identificaron más de 500 empresas con pérdidas, de las cuales muchas estaban en esa situación antes del ordenamiento monetario, algo no detectado porque la economía trabajaba con un tipo de cambio de 1×1 (ahora es de 24 pesos por un dólar), lo que facilitaba importaciones baratas en moneda nacional y utilidades con poca actividad.
La devaluación de la moneda nacional –señaló– ha permitido transparentar un conjunto de operaciones en la economía que antes daban utilidades a las empresas, pero no al país, tampoco había incentivos para exportar.
Este es uno de los problemas que requiere mayor atención para disminuir el desequilibrio del presupuesto en lo adelante, es un asunto de gran complejidad porque involucra el empleo, salarios, y su solución requiere inversiones, remodelaciones o rediseños.
Al respecto, dijo que debe ser mayor la presión sobre las empresas estatales con pérdidas, baja productividad y limitada aplicación de la ciencia y la técnica.
Asimismo hay que disminuir considerablemente o eliminar la subvención a esas entidades, porque la empresa estatal debe aportar y no ser carga para la sociedad.
Los gastos del sector presupuestario deben ser empleados de modo eficiente para garantizar un mayor dinamismo en el crecimiento de la economía del país y elevar sostenidamente el bienestar de la sociedad.
Tampoco se puede obviar que toda esta transformación del sistema empresarial estatal pasa por un gran déficit de financiamiento en dólares, que impide respaldar toda la autonomía de la que pueda disponer una entidad para importar o invertir, producir y aportar riquezas.
Como recordó Gil en su intervención, el país tiene una situación muy tensa, vive una coyuntura excepcional con todas las complejidades que incorpora el bloqueo recrudecido, al cual hay que sobreponerse con eficiencia, productividad, iniciativa, innovación y por todos los caminos y vías posibles para sobrevivir y desarrollarnos.
Por eso la solución a los principales problemas que enfrenta la empresa estatal socialista que frenan hoy su perfeccionamiento y por ende un mayor aporte productivo al país, resulta un desafío inmediato.
En ese escenario, recalcó el vice primer ministro “la empresa estatal es el actor principal, pero tiene que ganárselo”, y mucho más cuando hoy la ampliación del sector no estatal genera un ambiente de mayor competitividad, aunque las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) no constituyen alternativas porque ellas tienen espacios y requerimientos propios.
En un recién encuentro con representantes del sistema empresarial, el presidente Miguel Díaz-Canel aseguró que potenciar la empresa estatal como actor fundamental del modelo económico-social socialista no es una definición únicamente económica, es una definición política.
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